¿Tengo Que Ir a La Iglesia?Muestra

Durante siglos, la presencia de Dios estuvo ligada a un templo. Un lugar específico, un edificio sagrado. Pero cuando Jesús vino, cambió la historia para siempre. Ya no se trataba de un sitio físico, sino de una presencia que se mudó… al interior de quienes creen.

Tú eres ese templo. No una estructura de piedra, sino una vida en la que Dios habita, se mueve y actúa.

Esto cambia todo. Porque no necesitas “ir a un lugar” para estar con Dios; Él va contigo. Donde estás tú, está su Espíritu. Donde vives, trabajas, amas o lloras… ahí está el Dios vivo.

Y cuando te juntas con otros templos vivos, la iglesia se vuelve un movimiento: dinámico, real, poderoso. La pregunta ya no es: “¿Dónde está Dios?”,sino: ¿Estoy viviendo como alguien en quien Dios habita?

Ser templo implica responsabilidad. Tu vida, tus palabras, tus decisiones… son parte del espacio donde Dios quiere manifestarse. No es presión, es privilegio.

Y cuando eso lo entendemos juntos, la iglesia deja de ser un evento de domingo… y se vuelve un fuego constante.