Afilando mi espadaMuestra

La idea de presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo es poderosa, porque sugiere que todo lo que hacemos, desde nuestras acciones diarias hasta nuestras decisiones más grandes, debe ser un acto de adoración. Todo lo que hagamos debe adorar al Señor, no solo actividades eclesiásticas, también nuestra vida, estudios, trabajos y relaciones deben adorar al Señor.

La exhortación por no conformarnos con este siglo es particularmente relevante hoy. Vivimos en una cultura que promueve valores que a menudo están en conflicto con el evangelio, como el individualismo, el consumismo y el egocentrismo y ser renovados en nuestra mente nos lleva a ver la vida desde una perspectiva diferente, una que pone a Dios en primer lugar.

Pablo también nos recuerda que cada creyente tiene un papel en el cuerpo de Cristo. Todos tenemos dones diferentes, y estos deben ser usados para edificar a la comunidad de fe y servir a los demás. Esto nos desafía a no ser pasivos en nuestra vida espiritual, sino a participar activamente en la obra de Dios, siendo instrumentos de su gracia.