Afilando mi espadaMuestra

En Romanos 14, Pablo aborda la importancia de la unidad y la aceptación entre los creyentes, especialmente en cuestiones de conciencia personal y disputas sobre temas secundarios, como la comida o el cumplimiento de protocolos en días especiales. S

u exhortación principal es que cada creyente viva conforme a su conciencia, pero sin juzgar a los demás. En última instancia, Pablo destaca que todos debemos dar cuenta de nuestras vidas a Dios, y que el amor y la paz deben gobernar nuestras relaciones dentro de la iglesia.

Romanos 14 nos invita a reflexionar sobre cómo tratamos a otros creyentes, especialmente cuando tienen diferentes opiniones o costumbres. En una comunidad cristiana, es fácil que surjan tensiones por cuestiones que, aunque importantes para algunos, no son centrales para la fe. Pablo nos recuerda que lo esencial es que cada uno viva de acuerdo con su conciencia, pero que el amor debe ser siempre la prioridad. No debemos juzgar ni despreciar a nuestros hermanos y hermanas por cuestiones que no afectan la esencia del evangelio.

El desafío que Pablo plantea aquí es claro: la unidad es más importante que nuestras diferencias en temas secundarios. Cada uno de nosotros tendrá que rendir cuentas a Dios, y no somos nosotros quienes debemos juzgar o menospreciar a los demás por sus decisiones personales. Este pasaje nos llama a ser personas de paz, dispuestas a renunciar a nuestras preferencias personales por el bien de la comunidad y para no ser piedra de tropiezo a otros.

Hoy, reflexiona sobre cómo puedes contribuir a la unidad de tu comunidad. ¿Estás dispuesto a renunciar a tus preferencias personales para no ser obstáculo para otros? ¿Cómo puedes ser un instrumento de paz y edificación en tu iglesia?