Afilando mi espadaMuestra

Joel 2:32 nos muestra una verdad fundamental: la salvación está disponible para todos, sin importar su pasado o su trasfondo. Es un mensaje que Pablo recoge en Romanos 10:13, destacando que no hay distinción entre judíos y gentiles. Todos aquellos que invoquen el nombre de Jesús serán salvos. Esta verdad nos llena de esperanza, porque nos recuerda que no hay barreras para acceder a la gracia de Dios. No es necesario cumplir con una serie de rituales complicados o pertenecer a una nación específica.

Invocar el nombre de Dios es más que una oración ocasional; es una actitud de dependencia constante. Al igual que el pueblo en los días de Joel, muchas veces enfrentamos tiempos de crisis o incertidumbre, pero la promesa de Dios es que aquellos que lo buscan encontrarán refugio y salvación.

Este pasaje nos impulsa a vivir con confianza, sabiendo que Dios está cerca de aquellos que lo invocan. ¿Cómo estamos respondiendo a esa invitación en nuestra vida diaria? ¿Confiamos plenamente en la promesa de salvación de Dios, o intentamos buscar soluciones por nuestros propios medios? Al leer Joel 2:32, somos llamados a renovar nuestra confianza en Dios y a proclamar esta promesa de salvación a quienes aún no lo conocen.