Una vida de intimidad con DiosMuestra

Entre visión y misión existe preparación
El ministerio público de Juan el Bautista apenas duró seis meses. Nunca hizo un milagro y su predicación no era muy alentadora, más bien aterradora: “¡Ustedes son unas víboras!..., Lucas 3:7 (TLA). Sin embargo, conquistaba multitudes, Mateo 3:5. ¿Cómo es posible que un hombre que salió de la ‘nada’, tuviera semejante poder de convocatoria? He aquí la respuesta: “...Vino palabra de Dios a Juan... en el desierto... Y él fue...”, Lucas 3:2-3. Primero el llamado, luego la misión.
La vida cristiana no consiste en hacer cosas para Dios, sino en hacer lo que Dios ha pedido. A Abraham le ordenó salir de su tierra; a Noé construir el arca; a Jonás profetizar en Nínive; a Samuel ungir a David y a Pablo predicar a los gentiles. El énfasis no está en el hombre sino en lo que Dios los invitó a hacer.
Ahora bien, existen dos llamados. Uno general, para todas las personas, en todas partes y en todo lugar. ¿A qué nos llama Dios? No a hacer algo (una tarea), sino a ser alguien (una persona santa). Nos llama a ser sus discípulos, Romanos 1:6; Marcos 3:13-14. Y a vivir una vida nueva en un reino nuevo, Colosenses 3:15; 1ª Corintios 1:2; Romanos 1:7; 1ª Tesalonicenses 4:7. También existe un llamado particular, para determinadas personas y en ocasiones definidas. El llamado general podría coincidir con el llamado particular, como en el caso de Pablo (Hechos 26:12-18). O no, como ocurrió con Jonás, a quien Dios envió a Nínive, muchos años después de su conversión. ¿Qué hicieron todas las personas cuyo llamado particular fue diferido en el tiempo? Se prepararon. Fueron capacitadas en el desierto (retiro).
Dios prometió a José una posición encumbrada (Génesis 37:2, 5-10), pero eso ocurrió 13 años después (Génesis 37:2 y 41:46). Moisés fue llamado a los 40 años (Hechos 7:20-37), pero comenzó a liderar recién cuando tenía 80 años (Hechos 7:30). David fue ungido por Samuel para ser rey a los 17 años (1º Samuel 16), pero fue efectivamente líder de la nación 20 años después (2º Samuel 5:1-5). Juan el Bautista sabía cuál era su misión desde antes de nacer (Lucas 1:13-17), pero a los 30 años comenzó a predicar (Lucas 3). Pablo fue llamado a ser apóstol a los gentiles en el momento de la conversión (Hechos 9:1-16) y recién 14 años después emprendió su primer viaje misionero (Hechos 13).
“Amado Señor, perdón por desperdiciar el tiempo. Perdón por no prepararme para la misión que tú tienes en el futuro. Hoy decido cambiar mi rutina y darte lo mejor de mis fuerzas y energías. Usaré cada oportunidad para crecer. Oro en el nombre de Jesús. Amén”.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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