Una vida de intimidad con DiosMuestra

El dolor desaparecerá
“La guerra entre la casa de Saúl y la casa de David fue larga, pero mientras que la de David iba haciéndose más y más fuerte, la de Saúl se iba debilitando”, 2º Samuel 3:1 (DHH).
La experiencia en Betel no alcanzó para humillar y quebrantar el orgullo de Jacob. A menudo una sola experiencia con Dios no es suficiente para terminar con el gobierno de la carne. Necesitamos muchos tratos con el Señor para eso. El avivamiento es un proceso, no un suceso. El gobierno de la carne solo da lugar al del Espíritu en la medida que caminamos con Dios. La Biblia ilustra esta puja interna entre la carne y el Espíritu. El reinado de Saúl representa la carne y el reinado de David representa el gobierno del Espíritu, 2º Samuel 3:1. Muy dentro de nosotros conviven estas dos naturalezas: la del Espíritu y la de la carne. La carne pelea contra el Espíritu, Gálatas 4:29. Debemos procurar que el gobierno de la carne se debilite hasta que dé lugar definitivamente al Señorío del Espíritu en nuestra vida. Y para que ello ocurra debemos pasar tiempo con Dios. Una sola experiencia espiritual no será suficiente para derrocar el gobierno de la carne. Necesitamos de tratos continuos con Dios. ¡Hace falta tratar con Dios y que Dios trate con nosotros! Y Dios suele valerse de las dificultades para enseñarnos lecciones que no aprenderíamos de otra manera. No desprecies los desiertos ni el dolor de las experiencias duras porque Dios las usa para sacar lo mejor de ti.
Como aquella primera experiencia de Jacob con Dios no logró quebrantarlo, Dios tuvo que ‘lastimarlo’ con mano dura. La dureza de nuestro corazón es la razón de muchos de nuestros dolores. Dios comienza a manifestarse recién cuando la carne se hace a un lado. Jacob era calculador y ladino como Labán. Se lo ve abriéndose paso en esta vida con subterfugios, artimañas y astucia propia de los hijos de este mundo. Nada de confianza piadosa, nada de paciencia, nada de fe. Solo Dios pudo soportar a un hombre como Jacob. Y solo Dios pudo interesarse en un hombre como él. Lo mismo hace con nosotros. Somos tan carnales, terrenales y de corazón duro como Jacob. Sin embargo, Dios nos ha escogido y nos ha adoptado en su familia para que fuéramos sus hijos. Bajemos hoy el pulgar al gobierno de la carne y que prevalezca el gobierno del Espíritu. Así evitaremos sufrimientos y el dolor desaparecerá.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/