Una vida de intimidad con DiosMuestra

Por qué cometemos los mismos errores
“...Jacob respondió...: “Pocos y malos... pocos e infelices... pocos y desgraciados han sido los años de mi vida...”, Génesis 47:8-9 (LBLA, MN, BLPH).
Jacob expresó haber tenido una vida corta y llena de problemas. Y era verdad. Sufrió mucho, pero la mayoría de las veces innecesariamente. Su desdichada vida comenzó el día en que engañó a su padre. Desde entonces Jacob nunca fue feliz. Su hermano lo odió, su madre nunca más volvió a verlo y, anduvo como fugitivo lejos de su familia por muchos años. Sería esclavo trabajando gratis en la casa de su tío. Como si fuera poco, desafió las leyes de Dios casándose con cuatro mujeres. Con razón sus días fueron “pocos y malos”.
Jacob sufría por desobediente. Jacob nunca incluyó a Dios en sus asuntos y esa fue la razón de sus tantos sufrimientos: “Hay gente insensata que arruina su vida ella misma, pero luego le echa la culpa a Dios”, Proverbios 19:3 (PDT). El pecado trae consigo dolor. Jacob podría haber evitado muchas desgracias si tan solo hubiera seguido a Dios, pero nunca se lo ve orando o consultando a Dios. Era un hombre orgulloso, testarudo; en fin, un hombre carnal, gobernado por el “yo”. Con razón los días de Jacob fueron “pocos y desgraciados”. Sin embargo, hacia el final de su vida aprendió la lección y se volvió un hombre dependiente de Dios al punto que no quiso ir a Egipto a encontrarse con su hijo sin consultar a Dios previamente.
Finalmente Jacob aprendió que dependiendo de Dios se sufre menos. La pregunta es: ¿aprenderemos nosotros antes de que sea demasiado tarde? El día en que Jacob consultó a Dios recibió revelación y supo el camino que debía tomar. Y todo le salió bien. Y así de bien te saldrán las cosas si sigues su ejemplo y buscas la dirección del Señor en todos los aspectos de la vida. Y lo sabemos porque “desde que el mundo es mundo, jamás nadie ha entendido, ni ninguna oreja ha oído, ni ha visto ojo alguno, sino solo tú, ¡oh Dios!, las cosas que tienes preparadas para aquellos que te están aguardando”, Isaías 64:4 (ORO).
“Señor, quiero aprender la lección. Busco tu dirección en esta hora para cada decisión de esta jornada. Quiero que seas parte de mi rutina diaria. Te entrego mis preocupaciones para que me des tu revelación. Oro en el nombre de Jesús. Amén”.
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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