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Una vida de intimidad con DiosMuestra

Una vida de intimidad con Dios

DÍA 282 DE 365

Mentiras que las mujeres creen

“Jacob dio esta orden...“Entiérrenme junto a mis antepasados... en la cueva que... enterré a Lea, Génesis 49:29-31 (DHH).

Lea era la primera esposa de Jacob, pero “Jacob no la amaba”, Génesis 29:31 (PDT). Sin embargo, con el tiempo, Jacob terminó amando a Lea y lo sabemos porque fue la única esposa elegida para ser enterrada en el sepulcro familiar. ¿Comprendes el honor que eso significaba? Enterrada en el mismo panteón donde estaba Abraham, Sara, Isaac y Rebeca. Y, ¿por qué razón Raquel no fue la elegida? ¿No había sido ella la esposa preferida de Jacob? Sí que lo fue, pero al comienzo de la relación. Con el transcurso del tiempo parece que el patriarca se dio cuenta de que Lea había sido la elegida de Dios y terminó amándola. La historia de Jacob y Lea es una luz de esperanza para aquellos matrimonios con problemas, aquellos donde el amor parece haberse evaporado por completo. Por otra parte, la historia nos enseña una lección muy importante: el verdadero amor no es como un rayo que cae del cielo, ¡se construye! Cuando Jacob vio a Raquel por primera vez quedó embobado por su belleza externa, pero luego se dio cuenta que la verdadera belleza no es tan obvia como todo el mundo cree. No son nuestros ojos los que determinan lo que es bonito. La belleza verdadera se la identifica cuando se conoce a una persona. No todo lo que brilla es un tesoro. Lea no era despampanante ni deslumbraba como Raquel, pero realmente valía oro. Y Jacob finalmente se dio cuenta.

Lea nunca se sintió amada. Lea tenía motivos para sentirse mal. Mal sí, pero resignada y amargada no. El dolor por el desprecio no la convirtió en una mujer agria. Trató de conquistar el amor de su esposo con actos de servicio. Debe haberse esmerado mucho, aunque posiblemente haya tenido que tirar más de una comida debido a que Jacob frecuentaba muy poco su carpa. Cuántas noches sin dormir esperando la visita nocturna de un hombre que elegía los brazos de otra mujer. Sin embargo, nunca dio lugar al resentimiento. Su mayor virtud fue no amedrentarse por las circunstancias adversas. No permitió que la amargura la conquistara. Lea sabía que, si confiaba en Dios, nunca estaría sola. Y tú tampoco lo estás. El matrimonio podría estar en terapia y las relaciones familiares al borde del precipicio. Pero si no te resignas y confías en Dios verás un milagro grande, tan grande como el Dios en quien confías.

Acerca de este Plan

Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/