Una vida de intimidad con DiosMuestra

Jesucristo, Señor de nuestra vida sexual
El arrepentimiento es un mandamiento en desuso. Nadie lo practica; sin embargo, Dios quiere que “todos se arrepientan”, 2ª Pedro 3:9 (NTV). Es un hecho que lo único que hacemos bien en esta vida es pecar. Pero cuidado porque el pecado y el infierno están casados, a menos que el arrepentimiento declare el divorcio. Si realmente aspiramos a ser instrumentos poderosos en las manos del Señor debemos terminar con el vínculo amoroso que tenemos con el pecado.
¿Sabes cuál es el mayor obstáculo para el crecimiento espiritual de una persona o de una iglesia? ¡La ausencia de la manifiesta presencia de Dios! Cuando una persona tiene un encuentro con Dios la invade una abrumadora sensación de santidad. Cuando Dios se manifiesta, todo el mundo se vuelve honesto. El pecado sale a la luz; se admite el engaño, la mentira y el encubrimiento. Los jóvenes revelan las trampas que hacen en las pruebas y los hijos se arrepienten de la desobediencia a sus padres. La inmoralidad es expuesta; el chisme trae culpa y la gente se limpia de envidias y celos. Cuando la preciosa y manifiesta presencia de Dios inunda una vida o una congregación, las cosas ya no vuelven a ser las mismas. Su presencia “arruina” la apariencia y toda forma de hipocresía para siempre.
Uno de los pecados más desenfrenados y difíciles de confesar es el sexual y también uno de los más destructivos. Sin embargo, si alguien quiere ser un instrumento efectivo para Dios tendrá que rendir esa área al señorío de Cristo. Martín Lutero dijo: “Nunca he conocido a un hombre (o mujer) usado por Dios poderosamente que no tenga a Jesucristo como Señor de su vida sexual”. La epidemia de fracaso moral ha producido líderes sin santidad e iglesias sin presencia. Basta ya. Dios está llamando a todos los creyentes a adoptar una política de tolerancia cero hacia la pornografía y el pecado sexual. Solo cuando estemos revestidos del Espíritu Santo, Dios sellará como “santo” cada aspecto de nuestra vida y cada órgano de nuestro cuerpo. ¡Existe una relación directa entre inmoralidad sexual y una vida de oración reducida! Por tal motivo, no descuides nunca el tesoro más grande que posees: ¡tu relación con Dios! Ama a Dios y rechaza el pecado como si escupieras veneno. Santifícate y prepara un ambiente propicio para el Rey de Reyes. ¡Qué el Espíritu Santo lleve a cabo una cirugía profunda en tu corazón!
Escrituras
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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