Una vida de intimidad con DiosMuestra

Qué hacer si Dios tarda demasiado
“En Antioquía, en la Iglesia... el Espíritu Santo les dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado...”, Hechos 13:1-2 (BLA).
El Espíritu Santo le ordena a la iglesia de Antioquía que envíe a Bernabé y a Pablo a cumplir la misión. ¿A qué misión se refiere? A predicar el evangelio entre los gentiles. En relación a Pablo: “...Él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles...”, Hechos 9:15 (NTV). ¿Y cuándo recibió Pablo el llamado a ser misionero? El día de su conversión. Jesús le dijo: “.... Me aparecí ante ti para designarte como mi siervo y testigo. Deberás contarle al mundo lo que has visto... Sí, te envío a los gentiles”, Hechos 26:16-17 (NTV). Pablo fue llamado a ser misionero 14 años antes de que emprendiera su primer viaje misionero, Hechos 13. La vida cristiana no consiste en hacer cosas para Dios sino, ¡en hacer lo que Dios nos pide, en el tiempo en que Él lo quiere! La espera paciente es la clave para no echar a perder los planes de Dios. Por no saber esperar muchos creyentes pierden preciosas bendiciones. ¡La impaciencia tiene el potencial de malograr los propósitos de Dios para nuestras vidas, familias y ministerios!
Dios promete cosas buenas, pero no nos dice cuándo las recibiremos. Se ha dicho que Dios nunca llega tarde, pero a menudo tampoco temprano. Dios es paciente, ¡nosotros no! Y esa impaciencia por obtener rápidamente lo que se nos ha prometido es el origen de muchos dolores de cabeza. En el mejor de los casos retrasa los propósitos de Dios y, en el peor, los aplaza definitivamente como le sucedió a Saúl que fue descalificado del ministerio para siempre. La Biblia dice: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere... tiene su hora”, Eclesiastés 3:1. Y, ¿por qué razón el Señor se demora tanto en cumplir sus promesas? ¿Por qué esperar antes de emprender el ministerio al que hemos sido llamados? Porque todavía no estamos preparados. Sería como darle el volante de un automóvil a un niño. La Biblia dice que el hijo es dueño de todas las riquezas del padre, pero no puede disponer de ellas hasta que sea un adulto responsable, Gálatas 4:1. Por otro lado, la paciencia nos ayuda a ensanchar nuestra fe: “...La paciencia debe alcanzar la meta de hacerlos completamente maduros...”, Santiago 1:4 (PDT). Aprendamos la lección: ¡adelantar la hora establecida por Dios puede ser nuestra ruina! Maduremos mientras esperamos.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/