Una vida de intimidad con DiosMuestra

Ama a la iglesia de Dios
“Por cuanto tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia... conduciéndonos en santidad...”, 2ª Corintios 7:1 (NT Pesh Esp).
¿Aqué promesas se refiere? A que Dios vivirá en nosotros, 2ª Corintios 6:16. Para que se cumpla tal promesa debemos santificarnos. Ahora observa lo que Ezequiel escuchó acerca del nuevo templo: “El SEÑOR me dijo... Esta es la ley fundamental del templo: ¡santidad absoluta!... Sí, esta es la ley fundamental del templo”, Ezequiel 43:7-12 (NTV).
La condición para que Dios habite y permanezca en la ‘nueva casa’ sigue siendo la misma que para el antiguo templo: la santidad. La falta de santidad pone en riesgo SU PRESENCIA.
En el Nuevo Testamento, la tercera acepción a la palabra templo representa a la iglesia local: “¿No se dan cuenta de que todos ustedes juntos son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?...”, 1ª Corintios 3:16-17 (NTV).
Existe un plan diseñado en el mismo infierno para desarraigar a los creyentes de la iglesia local. ¿Sabes por qué? Porque la iglesia es el LUGAR DE SU PRESENCIA. Al diablo no le interesa si abandonas tu fanatismo deportivo, pero sí que no te aferres a una iglesia. Él usará todo tipo de estrategias para separarte de la comunión de una iglesia local. Una ofensa, un conflicto no resuelto, la enfermedad de un hijo, la adicción de tu pareja; cualquier circunstancia con el fin de alejarte. Es posible que te insinúe que es bueno que te tomes un tiempo y después “regreses” con fuerzas renovadas. Incluso te “aconsejará” que te alejes hasta que resuelvas tus problemas o ‘controles’ tu pecado. No escuches sus mentiras, en vez de abandonar la iglesia abandona el pecado, en vez de dejar la comunión apártate de la maldad y perdona las ofensas.
El día en el que Jesús echó a los cambistas todos entendieron qué había en su corazón: “El amor que siento por tu templo me quema como un fuego”, Juan 2:17 (TLA). Jesús dio su vida por la iglesia: “Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella”, Efesios 5:25 (NTV). La Biblia nos manda amar a la iglesia: “Y amen de manera especial a los miembros de la iglesia”, 1a Pedro 2:17 (TLA). Si a Dios le costó su hijo y a su hijo le costó la vida, ¿por qué subestimamos el valor de la iglesia? Si a Dios le importa Su iglesia, ¡a nosotros también debería importarnos!
Si amas a Su iglesia, Dios se sentirá atraído hacia ti.
Acerca de este Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar/
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