SON AUTÉNTICOS

Muchas veces, los cristianos aparentamos ser lo que no somos. Esto nos puede llevar al cansancio físico y mental porque gastamos mucha energía en sostener una copia falsa de nuestra imagen.

En un mundo que vive de las apariencias, una de las características más importantes que puede tener un cristiano es su autenticidad. La sociedad se caracteriza por hacer copias del original; por ejemplo, electrodomésticos, vestimenta, aparatos tecnológicos, etc.

Cuando miramos las copias de cerca, estas dejan en evidencia de inmediato que no son originales. Asimismo, hay claras diferencias entre los cristianos auténticos y los que solo imitan un estilo cristiano de vida. El creyente auténtico sabe y reconoce que no puede solo; por eso, pide ayuda a Dios y también a las personas.

Lucas 7 nos refiere un ejemplo de autenticidad. Simón, un fariseo, «rogó a Jesús que comiese con él» (v. 36). De repente, una mujer entró en la casa, «y estando detrás de Jesús a sus pies, llorando, regó con lágrimas sus pies y los enjugaba con sus cabellos» (v. 38).

Ella fue auténtica. No pensó en las personas que estaban a su alrededor. Tampoco ocultó su dolor, ni su arrepentimiento, ni su fe en que Jesús podía perdonarla.

Simón, en cambio, conservaba las formas. Él se molestó por la actitud de la mujer, y también por la de Cristo, pues se dijo para sí: «Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que lo toca, que es pecadora» (v. 39).

El fariseo solo estaba interesado en guardar las formas de la tradición, sin embargo, no vio que él, al igual que la mujer, necesitaba el perdón de Dios.

¿Te muestras tal cual eres? Piensa que el valor de la autenticidad tiene mucho poder sobre nuestro testimonio y sobre la influencia que podemos tener en la vida de otros.