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El Recuento de los Daños para MatrimoniosMuestra

El Recuento de los Daños para Matrimonios

DÍA 4 DE 7

De la hiel a la miel


Existen muchas teorías sobre el origen del concepto “Luna de Miel”. Una de ellas habla de una tradición de la miel como símbolo del casamiento, por tratarse de un alimento incorruptible que se vuelve mucho más dulce a medida que transcurre el tiempo. Una metáfora perfecta del ideal de matrimonio.


No obstante, muchos matrimonios, al terminar la fase de luna de miel y enfrentar la vida conyugal como tal, se ven expuestos a conflictos, problemas y preocupaciones propios de la convivencia de pareja. Y la miel, poco a poco, se va tornando en hiel.


¿Por qué sucede esto? ¿Cómo puede algo tan dulce tornarse en algo amargo y doloroso?


Al entrelazarse dos personas imperfectas, dos historias distintas - cada una con sus propias heridas y conflictos internos - es natural que surjan problemas, desacuerdos, malentendidos, fruto de palabras y actitudes que hieren, sean estas intencionales o no. También, pueden aparecer conflictos de intereses, incluso sueños competitivos. 


En este contexto, es inevitable que en algún momento llegue la crisis. Dependerá de cómo se la enfrente para que se traduzca en un crecimiento del matrimonio o en un estancamiento del mismo; incluso, algunas veces podría tristemente llegar a la disolución del vínculo. Ante esto, tenemos que tomar una decisión.


Por un lado, podemos estancarnos en el dolor, lo que implica dejar que este nos ciegue hasta conducirnos a la amargura, permitiendo que  el resentimiento invada nuestro corazón, manteniendo un archivo mental de las ofensas de nuestro cónyuge.


O, por el contrario, podemos decidir perdonar y avanzar, priorizando nuestra relación con Dios por encima de nuestros sentimientos. Perdonar es un mandato, no una sugerencia (Efesios 4: 32). Entonces, al ser importante mantener nuestra relación con Dios libre de estorbos, en un acto de obediencia, debemos deliberadamente decidir perdonar a nuestro cónyuge aunque no sintamos hacerlo. Efesios 5: 1 nos dice que los hijos de Dios deben parecerse a Él y, si el Señor nos ha perdonado aun sin merecerlo, podemos imitarlo extendiendo la misma gracia que nuestro Padre extendió sobre nosotros. Cuando perdonamos, también recibimos perdón (Mateo 6:14). 


Ahora que comprendemos que perdonar es una decisión y un acto de obediencia, ¡practiquémoslo! Únicamente Dios puede transformar el amargo dolor de la ofensa en dulce paz para el corazón a través del perdón y, de esta forma, vivir libre de resentimientos.


Toma un tiempo para examinarte. ¿Hay algo que no quieres perdonar a tu cónyuge porque no sientes que debas hacerlo? ¿Qué decisión vas a tomar?


Issette Cholima
Bálsamo, ministerio de consejería - Jazôn

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Acerca de este Plan

El Recuento de los Daños para Matrimonios

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