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Hijos libres en un mundo cautivo

DÍA 8 DE 10

DÍA 8:  ESCLAVOS DE CRISTO

Nos quedan tres días para aprovechar las riquezas de la palabra de Dios en este capítulo de Daniel. Y la pregunta que quiero plantear es: ¿Qué estaba haciendo Dios al respecto frente a la catástrofe que estaba viviendo el pueblo de Israel? 

Lo que hemos estado aprendiendo nos va a dar la respuesta: Dios no estaba buscando siervos, no estaba buscando jóvenes u hombres perfectos, sino que estaba buscando corazones dispuestos a ser formados por su mano. Estaba buscando vasos de barro, porque solamente los vasos de barro están dispuestos a no robarle la Gloria a Dios (2 Corintios 4:7). Hay que darnos cuenta que Jesús no busca a los más conocedores, intelectuales, teólogos y pudientes. Dios siempre busca a los débiles, a los pobres, a los que lloran, porque ellos serán sus herederos (Mateo 5: 3 – 12). Solamente los desdichados y deudores pueden amar más a Jesús, porque a los que mucho se les ha perdonado, mucho amarán, por su redención (Lucas 7:47). 

Según lo expuesto, podemos ver en Daniel la actitud de un vaso de barro, pero esto no solo lo llevó a ser lleno del Espíritu de Dios, sino que lo iba a llevar a un nivel mucho más extraordinario: a ser esclavo de Cristo. Sí, quítate ese pensamiento de ser siervo, es una falsa teología que oculta el gran orgullo que sientes, declárate esclavo de Cristo. Daniel era esclavo de Dios porque le rindió sus derechos al momento de no recibir la comida del rey y hacer lo que Dios quería. No dice nada, pero tiene todas las actitudes. Porque un esclavo de Cristo no se describe en palabras, sino en actitudes (2 Timoteo 2: 3 – 7). 

Considera 3 cosas de la enseñanza que Pablo le dice a Timoteo y de lo que Daniel hizo. Lo primero es entender que, si decidimos servir a Dios, entonces estamos llamándolo nuestro Señor y rindiendo todos nuestros derechos a su voluntad. Lo segundo es que aprendamos a ser disciplinados como atletas, con esa intensidad en las disciplinas espirituales; solo así se formará nuestra fidelidad a la obra de Dios y a nuestro Señor. Y tercero, tenemos que esforzarnos por los negocios de Jesucristo como los labradores, como los que siembran y luego cosechan con alegría. Dios quiere que sepas que eres un hijo amado por él, pero también quiere que ante las personas seas un esclavo, dispuesto a ir por lo que Él busca. 

Cuando le decimos “Señor” a Jesús, estamos haciéndonos esclavos de Él y decidimos ya no hacer nuestra voluntad, sino la suya (Mateo 7: 21). Decidimos ya no comer lo que nos apetece y lo cambiamos por lo que Dios quiere que comamos, y ya no vivimos para satisfacer a nuestro cuerpo, sino al Espíritu que vive en nosotros (1 Corintios 6: 19). La clave de la santidad es hacernos esclavos de la justicia, el amor y la libertad que nos ofrece Jesús. 

Eso es para lo que Jesús nos está formando, es para lo que Dios nos ha separado, para ser sus hijos amados y vivamos en la eternidad con ÉL. Pero, mientras estamos aquí, tenemos que servir a los demás y hacernos esclavos de las personas. En nuestro servicio a los demás usemos nuestros dones y talentos que nos dio nuestro amo. No vamos a vencer a Babilonia (mundo) y al enemigo con odio y violencia, nuestras armas vienen de un amo amoroso. Tenemos que enseñar a los que no tienen quién les enseñe (Mateo 25: 34 – 36), mirar a los que nadie mira, amar a los pequeños y desprotegidos que andan descalzos por ahí, y vivir por los negocios de nuestro Padre como siervos infieles y pecadores, pero esclavos al fin; solamente haciendo lo que nos toca, pero entregando todo en el servicio (2 Corintios 6: 4 – 10).

Te invito a rendir tus derechos a Dios y servir a las personas como un esclavo por amor. 

Reflexiona en lo siguiente: ¿Estoy sirviendo a las personas como Jesús me enseñó? ¿Estoy usando lo que conozco y poseo para ayudar a las personas a conocer el Reino de Dios? ¿He rendido mis derechos a Dios?

Recuerda algo: Jesús no se atribuyó los derechos de Dios, y como Hijo de Dios no se detuvo a revivir a su Padre con su poder para que la vida le sea más fácil, tampoco decidió asombrar al mundo con riquezas, trabajó solamente como un carpintero. Jesús no hizo uso de su poder para solucionarse la vida, Él aceptó ser pobre para ganar a los pobres, ofreció riquezas espirituales y regaló vida a quien moría. Nunca usó un solo milagro en beneficio suyo, Él lo entregó todo a los pobres, lavó los pies de pecadores, abrazó a inmundos y buscó al que se perdió. Amó al que lo vendió. Él se hizo el menor de todos, sin embargo, era Dios. 

¿Sirves así a las personas? Si no es así, te animo a seguir el ejemplo de nuestro Señor. 

Abrahan Gonzáles

Discipuladores21 

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