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Hijos libres en un mundo cautivo

DÍA 5 DE 10

DÍA 5: SOY HIJO AMADO

Seguimos inmersos en el primer capítulo del maravilloso libro de Daniel porque la palabra es viva y tiene abundancia de riquezas para nuestra vida. 

Daniel nos da un ejemplo muy claro de lo que significa aceptar el amor de Dios. En Daniel 1:9 y 1:15; vamos a ver dos milagros de Dios, el primero es que Dios hace que Daniel y sus amigos caigan en gracia a los ojos del jefe de los eunucos para que les den la comida que Daniel pedía. Daniel sabe que las cosas que Dios ordena no son malas, sino que son de bendición y no hace una apuesta ciega, sino que confía en las promesas de su Padre Celestial. Es por ello que en el versículo 15, el resultado de su alimentación resulta ser mucho mejor que los otros jóvenes. Dios cumplió fielmente con Daniel y no solo lo protegió, sino que abrió el camino para que Daniel le demuestre su amor. Daniel amó más a Jehová que a su propio cuerpo, y no escatimó en fuerzas o cuidado para sí mismo, se aferró al amor de Dios, aunque parezca que todo terminaría en una tragedia.

Una cosa es saber que eres hijo de Dios y que Él te ama mucho, y otra muy distinta ser un hijo amoroso. Daniel actuó como hijo amoroso. Hay que darnos cuenta de algo, Daniel entendió que obedecer a Dios no era un sufrimiento, sino que era una bendición y que sus caminos son mejores que los nuestros (1 Juan 5:3). Entonces, soy hijo amado para ser amoroso con mi Padre, demostrándolo en mi obediencia a Él. Es decir, amo porque me aman y aprendo a amar porque me enseñan del amor. No podemos entender tanto amor, pero si podemos recibir tanto amor; ahí está la clave para confiar en Dios (Jeremías 31:3).

La obediencia a Dios es por amor, y esta es una verdad bíblica, no podemos obedecer a Dios si no nos sentimos amados por Dios (Job 42: 1 – 6), tal como Job, que no pudo amar con total pureza a Dios, sino hasta que lo vio. No podemos amar a Dios sin antes ver su Gloria. Daniel amó a Jehová porque lo conocía y entendía cuán cuidado y planeado era por su Padre. Las personas no se atreven a amar a Dios porque creen que es un Dios demandante y pone muchas reglas, pero si supieran que todo lo que Dios nos aconseja es porque nos ama, entonces sería diferente, y eso siempre sucede cuando están hundidos en las consecuencias de sus muchos pecados y errores. 

¿Cómo puedo sentirme amado? Primero, debes entender que lo que Dios piensa de ti no es lo que tú piensas de ti, Él te mira como un hijo amado; y segundo, debes creer que eres planeado por Dios con un propósito eterno (Isaías 55: 8). Si tú le crees a Dios, es porque estás confiando en su amor, y es solamente su amor el que nos salva. Imagina la presión que sentía Daniel, y cuando le advirtieron que moriría que las cosas no salían como decía, qué habrá pensado. Sin embargo, su seguridad estaba en el amoroso cuidado de Dios hacia Él.

El hijo que sabe que es amado pide perdón cuando se equivoca y confiesa sin miedo sus errores, porque confía en el perdón del Padre (1 Juan 2: 1 – 2). El hijo que sabe que es amado, espera al tiempo de Dios para obtener lo que busca y es paciente. El hijo que sabe que es amado sabe que sus fracasos no lo definen, sino que confía en las fuerzas que su Padre le dará. El hijo que sabe que es amado no se ofende con los insultos, porque sabe que su Padre lo hizo especial. El hijo que sabe que es amado no menosprecia a los demás, sino que entrega amor. El hijo que es amado busca más amor y dar amor a su Padre, se desespera por su presencia y su palabra (Salmos 23). 

Disfruta del amor de Dios y ánclate en Él. Recuerda que su amor está en la cruz, ahí empieza tu identidad y ahí se desarrolla, cuando pienses que no puedes más, solamente mira a la cruz. 

Para Reflexionar: Me encanta cuando el Salmista dice: “Preparas una mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores”. Quiero que vengas conmigo a esta escena por un momento, y pintemos el siguiente cuadro: Estás cansado, cargado y con todos aquellos asuntos del ministerio, trabajo, familia y estudios. Miles de voces te acusan y muchos son los problemas que estás atravesando, entonces empiezas a angustiarte, y entonces llegas a tu casa y te pones a orar. Justo al momento que te pones de rodillas y cierras tus ojos, Dios pone un manto sobre tus piernas, porque estás en la mesa de Dios, y Él ha preparado para ti muchas delicias. Todo esto sucede mientras tus enemigos te acusan y amedrentan, sin embargo, son vencidos porque Dios te ha separado para Él, y estás experimentado y concentrado en su compañía y dulce voz.

¡Ánimo, Dios te espera en casa! Y no solo esto, Él es tu casa; y te espera en los momentos de quietud para que disfrutes de Él. ¡Adelante! 

Abrahan Gonzáles

Discipuladores21 

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Acerca de este Plan

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