Declaro la guerraMuestra

Defenderse del mal es importante, pero cuando llega el momento oscuro, no debes olvidar defenderte en una forma apropiada.

La única razón por la que el enemigo vendría contra ti es porque sabe que vales; la única razón por la que trata de forzarte a pensar cosas como: No valgo nada o Nadie me quiere tener en su equipo o Nunca voy a ser un ganador o Soy inútil es porque no es verdad y quiere sacarte del camino de grandeza que Dios te ha dado.

El diablo se opone a lo que le teme. Así que deja que tu miedo te ayude a detectar lo que él intenta extinguir; que sea un instrumento de diagnóstico que determine tu llamado. Levántate y haz exactamente lo que el diablo no quiere que hagas. No te rindas. Que no te tome sin pelear.

Tú has sido elegido. Has sido amado, llamado y equipado. Eres parte del linaje espiritual de Abraham, Isaac y Jacob. Has sido hecho para habitar en la tierra y alimentarte de su fidelidad.

Debes mostrarles vida a las personas que están sufriendo. Alentar a los que están cansados y dar el pan de la vida a los que tienen hambre. Debes ser pionero y crear, dirigir, diseñar, inventar, cantar, bailar y escribir. Si caes, te volverás a levantar; aprenderás de tus errores y te harás sabio, fuerte y valiente.

Cuando el enemigo intente acercarse a ti para sofocarte, levántate con fe y haz lo que sea que intente que no hagas con el doble de resolución y diez veces de determinación, confiando en el poder del Espíritu Santo. Cuando sientas que te asaltan pensamientos ansiosos, preocupaciones y guerras espirituales, y sientas la presión de tus compañeros del mundo, y tu mente te diga que hay ardillas corriendo por tu estómago, no retrocedas ni te doblegues.

No subestimes las fortalezas ni los ídolos sobre los cuales Jesús te da el poder para combatir. Derrite lo que se ha derribado y conviértelo en municiones que puedas disparar contra las líneas enemigas.