Declaro la guerraMuestra

 Ansiando amor y aceptación, nos pusimos máscaras puesto que no nos sentíamos dignos de amor sin ellas. El mayor problema con los mecanismos de defensa es que cuando te pones una máscara, te estás ocultando de la bendición de Dios.

El anhelo de Dios es colmarte de su gracia; quiere cubrirte con su favor, expresarte su amor, darte lo mejor de sus bendiciones; quiere que tu copa rebose; quiere ungir tu cabeza con aceite. Él ha estado deseando hacer eso desde antes de la fundación del mundo. Pero no puede hacerlo si sigue encontrándose con la persona que te gustaría ser y no con la que realmente eres.

¡Pon atención a esto! Tú eres una creación formidable y Maravillosa. Eres único; eres una hermosa obra de arte; eres el poema de Dios, su obra maestra. Eres lo que Él piensa, no lo que tú piensas.

La cura para la inseguridad es que entiendas tu verdadera identidad. Cuando Gedeón, el juez del Antiguo Testamento, dudó de sí mismo y trató de ponerse una máscara, Dios le dijo que era un hombre valiente y poderoso, y que debía reconocer su verdadera identidad, confiar en Dios y lograr grandes cosas (Jueces 6.12). Por eso fue que Dios no quiso que Gedeón peleara contra el ejército madianita formado por más de cien mil soldados con los treinta y dos mil soldados que había escogido, sino solo con trescientos. Los soldados que había seleccionado se habían convertido en otra máscara, pero Dios se la quitó para no dejar que Gedeón se escondiera detrás de ella. 

Eres amado por Dios. Es por eso que te hizo y es por eso que te salvó. Por eso fue que derramó la sangre de su Hijo y te llenó con su Espíritu. Por eso fue que te llamó. ¡Eres amado por Dios! No necesitas la aprobación de nadie más, porque los únicos «me gusta» que realmente importan vienen del cielo, y ya son tuyos.

Dios no se quedó atascado contigo; él te eligió. Pon tu valor en ser hija o hijo de Dios, en ser amada o amado por él.