Declaro la guerraMuestra

 El mal humor solo existe en tu mente. Es por eso que la primera de las cuatro cartas en voltearse cuando has declarado la guerra tiene que ver con tus pensamientos. No puedes vivir bien si no piensas bien.

He conocido a muchas personas en la iglesia que se burlan de la idea de pensar positivamente, como si de algún modo fuera una traición al evangelio. Parece ser una de esas cosas que a algunos cristianos les encanta desvalorizar. Hace un tiempo me di cuenta de que, casi sin excepción, aquellos que son rápidos en menospreciar el poder del pensamiento positivo y lo ven como algo carnal, y no espiritual, también resultan ser personas bastante negativas. No me malinterpreten: no creo en el pensamiento positivo como un reemplazo de Dios, sino como una respuesta a Dios.

Mi objetivo no es que veas el vaso medio lleno, sino que lo veas rebosando constantemente. ¿Qué es la fe, sino un filtro que te permite procesar tus experiencias a través de la bondad de Dios, eligiendo rechazar lo que ves y aferrándote a lo que crees que él está haciendo? La fe te permite creer en lo que crees y dudar de lo que dudas.

¿Es posible reemplazar a Jesús con positividad? Sí. Pero todo lo que haga que tu alma sea mejor implica ese peligro. Puedes hacer iglesia sin Jesús. Puedes orar sin hacer oraciones. Puedes dar todo lo que tienes a los pobres y que eso no cuente para nada. El hecho de que algo se pueda hacer de la manera incorrecta no significa que sea correcto.

El pensamiento positivo no es malo; de hecho, verás lo opuesto en las Escrituras. No es ofensivo para Dios; es obediencia a él. El versículo bíblico lo aclara: «Estén siempre alegres».

Este pequeño versículo tiene garra. Es poderoso y desafiante. En lo personal, creo que esta orden de solo tres palabras es una de las cosas más difíciles de cumplir que nos dicen las Escrituras que hagamos. ¿Estar siempre alegres? No a veces, cuando las cosas van bien, sino siempre. Si le abres la puerta a la negatividad y la dejas entrar a tu vida, ten la seguridad que querrá un sitio en tu mesa, y si le das un asiento en la mesa, querrá dormir en tu cama.

No eres el único que vacila entre los altibajos del optimismo y el pesimismo. A lo largo de las Escrituras, vemos la necesidad de alzarse en batalla contra el negativismo, una batalla que parece ser especialmente frecuente entre aquellos que han sido dotados y usados de maneras  extraordinarias.