La parte de la voluntad de Dios que nadie quiereMuestra

Más de lo que podíamos sobrellevar

¿Alguna vez has escuchado a alguien decir: «Dios nunca te va a dar más de lo que puedas sobrellevar»? Me imagino que están parafraseando 1 Corintios 10:13, que dice que Dios no va a permitir que seas tentado más allá de lo que puedas resistir. Pero la tribulación y la tentación son dos cosas diferentes. Nunca va a haber una instancia en la que seamos forzados a pecar sin salida. El pecado siempre es una decisión, no el resultado inevitable de una tentación aplastante. Pero de alguna manera, ese versículo ha sido torcido para significar que no experimentaremos más problemas de los que podamos sobrellevar; cuando, de hecho, nada puede estar más lejos de la verdad. Dios con frecuencia permite más de lo que podemos hacernos cargo, pero nunca permitirá más de lo que Él pueda hacerse cargo. De hecho, toda mi vida es más de lo que puedo sobrellevar; ¡por eso necesito a Cristo!

Yo necesitaba a Dios, de joven, para mantener el rumbo en el colegio. Como soltero que anhelaba una esposa. Cuando necesitaba conseguir un trabajo. Ahora, con dos hijos, un matrimonio, amigos y una gran iglesia que amar y liderar... definitivamente tengo más de lo que puedo sobrellevar. Necesito a Dios cuando Kelly y yo sufrimos por ser “dos que se hicieron uno” y discutimos sobre ¡en quién de los dos nos hemos convertido! Solo en la fuerza de Dios y en su sabiduría puedo saber lo que es mejor para mi familia, y si mis deseos son egoístas o puros. Es posible «ganar la discusión», pero perder terreno en el matrimonio... una lección que la mayoría de nosotros hemos aprendido a las malas. Conclusión: esta vida es difícil. Necesito a Dios cada minuto de cada día, porque con frecuencia me enfrento con «más de lo que puedo sobrellevar». Pablo seguramente entendió esto cuando le escribió estas palabras a los Corintios:

«… no queremos que ignoren […] acerca de nuestra aflicción sufrida […] Porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida […] a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar. Ustedes también cooperaron con nosotros con la oración…» (2 Corintios 1:8-11).

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