DecisionesMuestra

Persevero

“Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder” (Hechos 26:22 RVR1960).

Lleva cadenas como si fuera un psicópata, un vulgar delincuente, una amenaza para aquellos que están a su alrededor. Sus acusadores están presentes; respiran azufre en este juicio a modo de circo, ya que Pablo ha apelado a César, por lo cual ni Agripa ni Festo pueden absolverlo ni tampoco condenarlo. La entereza del apóstol es encomiable. La fuerza de sus argumentos es contundente. La energía y serenidad de sus palabras solo pueden pertenecer a alguien inocente.

Pablo no esconde su pasado como perseguidor de la iglesia, su intransigencia hacia cualquiera que hablara de Jesús, su consentimiento para dar muerte a los que antes predicaban el evangelio que ahora también él anuncia. Relata su dramática conversión: la luz fulgurante, mayor que la del sol; la voz en hebreo proveniente del cielo; la revelación tácita de ese Cristo resucitado y la comisión inesperada de ser vocero del que hasta entonces era su mayor adversario.

Pablo habla del odio hacia él, del intento de asesinato por parte de los judíos, y sentencia sin ambigüedades que, pese a todo, persevera. La desproporcionada oposición no lo intimida. Las amenazas no lo acobardan. La posibilidad real de una muerte sanguinaria por apedreamiento no socava sus convicciones. Su argumento es que cuenta con el auxilio de Dios: tiene de su parte a quien hizo las galaxias, a aquel que reina por los siglos de los siglos. Nadie puede quitarle su confianza. Y un hombre que pone su entera confianza en Dios es inconmovible y peligroso.

He leído este pasaje tantas veces, y cada vez me transmite un renovado coraje, un chute de santa determinación a no claudicar jamás. Cuando todo esté en mi contra, perseveraré. Cuando sea traicionado, continuaré con mi misión. Cuando quieran silenciar mi testimonio, gritaré Su salvación. Ante el opresor y el vengativo, cantaré canciones de redención y alabanzas a mi Dios. Nadie puede vencer a quien pone a Dios como fundamento de su vida.

Mi confianza no está en venta. Me han querido derribar, pero sigo en pie. Estoy enfocado en su bondad. Sigo enamorado de mi Señor. Dios me esconde y me libra. Mi pasado ha sido perdonado, este es mi testimonio. Dios me es incondicional. Sigo creyendo en su bondad y esperando en sus promesas. Dios no me levantó del polvo para que yo me rinda ahora en la tormenta. En una palabra: persevero, y lo haré hasta el fin.