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Jactancia inútil

¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. – Rom 3:27

¿De qué cosas nos jactamos? Los cristianos judíos a los que Pablo les escribe se jactaban de su herencia como pueblo escogido de Dios. Claro, ahora se les permitía a los gentiles ser parte del rebaño, pero los judíos siempre habían sido el pueblo de Dios y los nuevos harían bien en escucharlos. ¡¿Cómo sería posible dejar de observar los antiguos requisitos de la circuncisión y la obediciencia a la ley?!

Pablo reconoce que ciertamente tienen una ventaja sobre los no-judíos (Rom 3:2) pero estar mejor no los hacía superiores a los gentiles. Él cita del Antiguo Testamento, sus escrituras, para mostrarles que son tan culpables como los gentiles de comportarse con rebeldía. Los versículos 10-14 son de los Salmos que hablan sobre los gentiles y los versículos 15-17 son de Isaías hablando de los judíos. Por lo tanto, ambos grupos tienen la misma necesidad de Jesús y ambos fueron justificados por la gracia de Dios, así que ninguno puede reclamar una posición preferencial en el nuevo reino. No fueron salvados por su herencia, sino por fe, así que no servía de nada jactarse.

Algunas veces, somos culpables, hoy en día, de comportarnos como esos cristianos judíos. Pensamos que por hacer las cosas de cierta manera somos mejores que los que hacen las cosas de manera diferente. Los que van a iglesias en casa creen que están más cerca del modelo de Hechos, y se creen mejores que los que tienen edificios como iglesias. Las iglesias denominacionales creen que tienen la última palabra sobre la teología correcta y creen que los que difieren están equivocados. Los que ponen a mujeres en puestos de liderazgo se jactan de restaurar el estatus de igualdad que tenían las mujeres antes de la caída, por lo que se creen mejor que las iglesias patriarcales que no lo permiten. Los que mantienen tradiciones se enorgullecen de que no se conforman a este mundo y creen que son mejores que los que son más contemporáneos. 

Este pasaje nos recuerda que mientras hay ventajas genuinas de hacer las cosas de cierta manera, no significa que eso nos haga mejores que los que hacen las cosas de forma distinta. Ninguno de nosotros es perfecto. Ninguno de nosotros alcanza el estándar de Dios. Todos necesitamos de Su gracia y somos salvos por fe. En lugar de gloriarnos por lo que hacemos, deberíamos jactarnos de lo que Dios ha hecho por nosotros. Como dice Pablo en 2 Cor 10:17-18, “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor;" porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.

¿Qué revela tu conversación sobre tu actitud ante otros cristianos?