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Estamos unidos

Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. – Rom 16:17

Una de las motivaciones principales de la carta de Pablo fue promover la unidad dentro de la iglesia, especialmente entre los judíos y griegos. El saludo de Pablo en el capítulo final de la carta nos muestra la diversidad cultural que había en esa iglesia.

Los nombres que se listan en el capítulo 16 son una mezcla de nombres judíos y griegos. Pero las diferentes etnias de la iglesia romana no es todo lo que nos muestran. También nos muestran que la iglesia tenía miembros de diferentes estratos sociales. Mientras algunos como Febe, Priscila y Aquila eran lo suficientemente ricos como para ser benefactores y recibir a la iglesia en sus casas (v1-5), otros, como Amplias y Urbano probablemente eran esclavos (esos nombres eran comunes entre los esclavos en esos tiempos). Más de un tercio de los nombres son de mujer, seis de las cuales son elogiadas por su ministerio, demostrando que tanto hombres como mujeres servían en la iglesia.

En un grupo tan diverso de personas, es muy fácil que las divisiones aparezcan. Así que Pablo les advierte nuevamente al final de su carta que deben estar atentos a los que causan divisiones. No debían permitir que maestros falsos, como los judaizantes y otros, dividieran a la iglesia basándose en la etnicidad o actitudes equivocadas de superioridad o inferioridad. Como Pablo había escrito anteriormente a los gálatas “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3:28).” 

Aún hoy, como la iglesia romana, la iglesia global está compuesta de una mezcla diversa de personas. Las advertencias de Pablo a los romanos son igual de apropiadas para nosotros hoy. Tenemos que estar alertas de las enseñanzas que causan o promueven divisiones entre los cristianos. Si Dios nos ve a todos igual, no hay motivo para que nosotros nos atasquemos en nuestras diferencias.

¿Alientas tú la diversidad en tu iglesia?