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Busca el Reino primero

Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. – Rom 15:1-2

¿Por qué es obligación nuestra soportar las flaquezas de los débiles? ¿Si lo que deseo no es pecaminoso, no tengo derecho a hacer lo que me da placer a mí? ¿Por qué debe ser restringida mi libertad por la desaprobación de otros?

Pablo nos dice que una actitud como esa es egoísta y nos dice que consideremos el ejemplo que Jesús nos dio. A pesar de ser divino y tener derecho a ser adorado y tratado como un dios, se humilló a Sí mismo tomando forma de hombre. En lugar de ejercer el poder que tenía para destruir a todos sus oponentes, les permitió que lo torturaran y mataran porque eso era lo que Dios Padre quería que hiciera (Fil 2:4-8). Con ese tipo de ejemplo frente a nosotros, no deberíamos quejarnos cuando nos toca renunciar a algunos privilegios porque son molestos para otros.

¿Significa que los detractores siempre se salen con la suya? Realmente no. Pablo le dice tanto al fuerte como al débil que no deben juzgarse el uno al otro. Ambos tienen derecho a aferrrarse a sus ideas de lo que agrada a Dios y ninguno debe imponer su opinión sobre el otro (Rom 14:1-6).

De hecho, en ciertas situaciones, adoptar una postura firme es lo correcto, como lo hizo Pablo cuando se opuso a los judíos cristianos que no querían comer con los creyentes gentiles. En ese escenario, los judíos eran los creyentes débiles, pero Pablo no cedió ante sus caprichos.

Sin embargo, lo que dice Pablo a los fuertes es que si sus acciones tienen un efecto dañino sobre la fe de los débiles, entonces deberían estar dispuestos a perder un poco de su libertad. Fortalecer a alguien debe ser más importante que complacernos a nosotros mismos. No deberíamos alejar a las personas de Cristo porque queremos aprovechar nuestra libertad completamente. Debemos considerar el bien de la comunidad, no sólo nuestros derechos individuales.

Así que Pablo no está diciendo que los fuertes siempre tienen que ceder ante los débiles. Más bien, su punto es que el Reino de Dios debe ser más importante que nuestros derechos individuales. Ganar personas para Cristo debe ser más importante para nosotros que hacer lo que nos place. Ese es el principio por el que Pablo vivía. Como dice en 1 Cor 9:19-23

Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

¿Podemos seguir el ejemplo que nos modelaron Pablo y Jesús?