7 señales de caminar en el Espíritu SantoMuestra

Todos los cristianos tienen una relación con el Espíritu Santo, pero no todos los cristianos tienen intimidad con Él. Hay una diferencia entre relación e intimidad. Tenemos relación con amigos y familia pero intimidad solo con nuestro cónyuge. Una relación con el Espíritu Santo viene a través de la salvación. Sin embargo, la intimidad solo viene a través de entregar nuestras vidas al Espíritu Santo. 

La Biblia en 1 Samuel, capítulo 11, describe la primera victoria que ganó el recientemente ungido rey Saúl. Muestra lo valiente que era Saúl cuando tenía la unción del Espíritu Santo sobre él. Una ciudad israelita estaba siendo atacada y envió un mensaje a las otras ciudades israelitas pidiendo ayuda. Saúl, lleno del Espíritu Santo y en ferviente indignación sacrificó a sus bueyes y dijo que también sacrificará los bueyes de cualquier israelita que no peleara con él. El temor a Dios, no el temor a Saúl, cayó sobre el pueblo, y todos se presentaron a luchar de común acuerdo.  

Bajo la unción del Espíritu Santo, Saúl no hizo un pacto con el enemigo; pero pocos años más tarde, después de perder la unción, aceptó las condiciones del gigante Goliat. 

Al principio, cuando Saúl inició como rey, no confiaba en sí mismo sino que confiaba totalmente en el Espíritu Santo. Esto fue evidente cuando los israelitas fueron a proclamarlo como su rey, y ellos lo encontraron escondiéndose. Es obvio que Saúl sentía que era insignificante y tenía que recurrir a Dios en lugar de a sí mismo o a otros en busca de ayuda. 

Pero con el paso del tiempo Saúl se volvió orgulloso, confiando más y más en sí mismo, y se empezó a preocupar más por lo que otros pensaran o dijeran de él que por lo que Dios pensara y dijera sobre él. Por este motivo, Saúl perdió su unción. 

Cuando la unción del Espíritu fue retirada de su vida, en vez de ser valiente y atacar al enemigo sin miedo, se volvió un cobarde. En lugar de pelear con el enemigo, comenzó a estar de acuerdo con él. 

Oremos juntos. 

Espíritu Santo, reemplaza la amargura dentro de mí con la dulzura de Tu Gracia.