Gente imperfecta en la Biblia Muestra

David

Los más grandes errores de David ocurrieron porque estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Literalmente. Cuando sus líderes y ejército estaban en guerra, de acuerdo a 2 Samuel 11, David se quedó. Eso nunca sucede con un rey, o por lo menos no debía suceder. Y por David no estar donde se supone que estuviese, hizo algo que no debía hacer—con la esposa de otro hombre. Hizo todo los intentos para esconder su pecado, incluyendo planificar y llevar a cabo un asesinato. Impresionante, ¿verdad?

Por las acciones de David, Natán, un profeta, lo confrontó con su abogado. No es común para alguien que ostente tan alto cargo en el gobierno aceptar que alguien por debajo de él le reprenda. Pero David lo aceptó. Para él admitir su pecado fue igualmente inusual. Aunque el pecado de David trajo consecuencias catastróficas, se arrepintió y se esforzó por hacer bien las cosas.

Aquí hay dos aportes de la vida de David:

Dios Mira el Corazón

Así que, sabiendo todo lo que haría David, ¿por Dios dice que le escogió por su corazón? En 1 Samuel 13:14 NTL, leemos lo que Dios le dijo a Saúl, el rey actual: "Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el Señor ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón". Parece extraño que Dios diga que David era un hombre conforme a su corazón, sabiendo muy bien que haría cosas terribles. Pero, ¿no son esas excelentes noticias? Puede que Dios no ame todas nuestras acciones, pero afortunadamente, ¡Él ve nuestros corazones!. Sabe que a veces hacemos cosas que no planificamos hacer o incluso no queríamos hacer. Dios sabe que no alcanzaremos la perfección en la tierra y que cometeremos errores que costarán mucho.

David no Inventó Excusas

El Salmo 51 fue escrito después que el profeta Natán confrontó a David sobre su adulterio con Betsabé. Antes de esto, David parecía inconsciente de sus acciones depravadas, pero luego asumió completamente lo que hizo. Aún cuando David hizo algunas cosas horribles, siempre tomó su responsabilidad por sus malas decisiones y no evadió la culpa.

Como leímos en el Día 1, nunca seremos perfectos. Dios lo sabe, y nosotros deberíamos aceptarlo. En lugar de eso, descansemos en la verdad de que Dios ve nuestros corazones aún en nuestros errores. Y cuando, no si, metamos la mata, asumamos la responsabilidad de nuestras acciones y comencemos un proceso de hacer las cosas bien.