No Abandonado: Encontrando Libertad como Hijos e Hijas de un Padre PerfectoMuestra

Día 4: 

Hay una multitud de pruebas de ADN en el mercado que prometen contarnos sobre nuestra historia familiar y composición genética. Refuerzan una verdad universal: nos guste o no, todos nuestros rasgos físicos provienen de nuestros padres. Y, a medida que envejecemos, más nos damos cuenta de que muchos de nuestros rasgos de personalidad también provienen de ellos.

Tal vez te guste esto. Tal vez te moleste un poco. Tal vez sea absolutamente devastador.

Tal vez la última cosa que quieras es la sangre de tu familia de origen circulando por tus venas.

Las Escrituras hablan a nuestros árboles familiares de una manera poderosamente esperanzadora. Nos prometen un mejor árbol genealógico, un árbol genealógico eterno. Juan 1:12 nos dice que Jesús da el derecho de ser hijos de Dios a aquellos que creen en Su Nombre. Él nos ofrece un nuevo árbol genealógico y la oportunidad de nacer de Dios vivo con un nuevo ADN espiritual. ¿Cómo logró esta tarea? Por otro árbol: la cruz.

Jesús vino a morir, sacrificialmente. Intercambió lugares con nosotros. El Hijo de Dios sin pecado llevó nuestro pecado y murió nuestra muerte para que pudiéramos llegar a ser hijos e hijas del Altísimo. El perfecto Hijo de Dios fue abandonado y rechazado, para que tú y yo nunca tuviéramos que serlo. Nunca seremos abandonados, porque Jesús fue abandonado en nuestro lugar.

Por Su muerte en un madero, Jesús nos injertó en una nueva familia: la familia de Dios. Por Su resurrección, robó a la muerte su poder sobre aquellos que pertenecen a esta familia. En Su familia, todos vivimos bajo la cascada de la bendición de nuestro Padre. ¡Como Sus hijos e hijas, vivimos en estas realidades!

• Nunca se acabará el cuidado de Dios.

• Nunca agotaremos el amor de Dios.

• Nunca seremos dejados atrás del alcance de Dios.

• Nunca nos deslizaremos por los dedos de Dios.

• Todos los días nos despertaremos con las nuevas misericordias de Dios.

• Dios cubrirá todas nuestras necesidades.

En Cristo, eres elegido, amado, apreciado, querido y creído por Dios, tu perfecto Padre.