Jesús nacióMuestra

Estableció su Reino en la tierra 

Tomando forma de hombre se humilló;

Al dejar su corona nos escogió.

Su Reino en la tierra estableció,

Su luz brilló.

El Reino de Dios se estableció en la tierra con poder. Jesús predicó el evangelio, echó fuera demonios, y sanó y alimentó a miles. Cumplía la ley. Era el único que podía, ningún otro. Pero no se conformó: la desafió y estableció un estándar más alto, el del Reino. La Palabra hablaba de no cometer adulterio, pero Jesús dijo que codiciar a una mujer ya era adulterio. El Reino tiene otra dimensión, traspasa lo material y humano, llega a la perfección de lo divino. Seguramente diremos: «¡No puedo! ¡La exigencia es alta! Si así era la ley entonces, ¡cuánto más ahora!» Nada se le escapa al Padre. Jesucristo entendía que éramos gobernados por nuestra naturaleza; por eso se hizo el sacrificio perfecto para el perdón de nuestro pecado. Además nos hizo su templo, de manera que después de partir envió al Consolador a vivir en nosotros. Sabía que necesitaba hacernos nuevos en todo sentido, así que nos transformó, nos dio la esencia divina. Solo al cambiarla nos da la posibilidad de ser hijos de Dios. Cuando lo entendemos, nuestra identidad brilla y manifestamos lo que somos.

Hasta hoy vivimos derrotados por el pecado y con ansias de poder y fama. ¡Somos parte del cuerpo de Cristo y existimos para reflejarlo! Es hora de entender el Reino y de influir en nuestro entorno. Es tiempo de extender lo que Jesús estableció.