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Floreciendo en Su GraciaMuestra

Floreciendo en Su Gracia

DÍA 2 DE 4

Jesús, el Jardinero

—Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntó Jesús—. ¿A quién buscas? Ella pensó que era el jardinero y le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo"
(Juan 20:15 NTV).

Cuando María Magdalena se acercó al sepulcro, su corazón estaba lleno de duelo y confusión. Todo parecía perdido. Pero fue precisamente allí, en medio del llanto y la oscuridad, donde se encontró con Jesús ... Y lo confundió con un jardinero. Qué hermoso detalle: no se equivocó del todo, Jesús sí es el jardinero, el que cuida con paciencia, el que conoce cada rincón de nuestro corazón.

Su gracia no solo restaura lo visible, sino lo más profundo, la raíz.

En Isaías 58, Dios le estaba hablando a su pueblo Israel, porque, a pesar de que ellos a veces practicaban la religión, sus corazones estaban lejos de él. Les recordaba que lo que más importa es abrir el corazón y confiar en su guía. Por eso les promete que quienes confían en él serán como un huerto bien regado. Él los guiará, les dará lo que necesitan para vivir y restaurará sus fuerzas.

Y esta promesa es para ti también, incluso cuando la vida se siente seca o difícil, su cuidado nunca falta: como un jardinero que riega y protege cada planta, Él está allí, trabajando en lo más profundo de nuestro corazón, pero el jardinero te pide que abras tu corazón y tengas una relación genuina con él.

Además, Dios nos recuerda que Él cuida y protege todo lo que ha sembrado. Cada sueño, propósito y talento que Él ha puesto en nuestro corazón es valioso y tiene un plan: ser usado para su gloria. Como un jardinero que protege su jardín de plagas, sequías o invasores, él vela para que nada destruya o robe lo que es su siembra. Él trabaja para que cada semilla crezca, dé fruto y cumpla el propósito para el que fue plantada.

Pero aunque Jesús es el jardinero fiel, tú eres la tierra que decide cooperar con él. No puedes florecer si te resistes a su cuidado. Él no fuerza lo que debe nacer del amor.

Por eso florecer en su gracia también implica rendirnos a su proceso. A veces su poda duele y, aunque no lo entiendas al principio, pronto descubrirás que cada corte era una invitación a crecer más fuerte y libre.

Te pregunto hoy: ¿Has permitido que el jardinero fiel entre realmente a tu jardín o sigues escondiendo partes de tu corazón por miedo a ser podada? ¿Qué es eso que no quieres soltar? ¿Tu relación con el jardinero es de religión o es una relación genuina y de corazón?

Oración:

Jesús, mi Jardinero fiel, gracias por cuidar mi corazón, gracias por no rendirte ni escandalizarte con el desorden que a veces hay en mi jardín. Ayúdame a rendirme a tu poda, a recibir tu riego y a florecer bajo tu cuidado. Que todo lo que tú sembraste en mí dé fruto para tu gloria y que pueda entregarte mi corazón por completo, anhelar, pasar tiempo contigo y construir un hermoso jardín donde no haya nada en mí, que tú aún no hayas tocado y en el que tú puedas habitar plenamente. Amén.

Acerca de este Plan

Floreciendo en Su Gracia

Florecer en su gracia te invita a mirar tu corazón como un jardín amado por Jesús. Él es el jardinero que riega, poda y da nueva vida… pero tú eres quien decide cuidar la tierra, arrancar la maleza y dejar que su gracia transforme. Florecer en su gracia es un trabajo en conjunto; Él hace lo imposible, tú haces lo intencional. Es tiempo de cuidar tu jardín interior. Es tiempo de florecer en su gracia.

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Nos gustaría agradecer a Un café con Jesús por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/_uncafeconjesus?igsh=MXV1ZW1oOWtwNm16dA==&utm_source=qr