QUÉ SE HAGA LA LUZ EN TU VIDAMuestra

Hoy quiero que llegues al final de este devocional con una oración clara en tu corazón: “Señor, no quiero solo un momento contigo; quiero vivir en tu poder todos los días”.
Porque lo difícil no es encender la luz que Dios despierta en el alma. Lo verdaderamente desafiante es mantener esa luz firme cuando la vida se vuelve pesada, lenta, repetitiva o emocionalmente agotadora.
Durante estos días hemos visto cómo Jesús nos saca de la oscuridad, cómo restaura el brillo que casi perdemos y cómo nos llama a resplandecer en medio de lo cotidiano. Ahora el Espíritu Santo nos lleva un paso más profundo. Es como si nos dijera: “Hijo, no fuiste creado para apagarte y encenderte según las circunstancias. Fuiste creado para vivir en mi poder”. Esta invitación no es solo espiritual; también es práctica. En la vida real cuesta sostener lo que empezamos. Comenzamos con ánimo, pero cuando cambia el ritmo, también cambia nuestro compromiso.
Recuerdo una época en la que estaba decidido a mejorar mi salud. Iba al gimnasio con disciplina y entusiasmo. Pero cuando la persona que me acompañaba dejó de ir, poco a poco empecé a soltar el ritmo. No lo noté de inmediato. Fue un descenso lento, casi imperceptible. Una tarde, mientras me alistaba para salir, sentí esa voz suave del Espíritu Santo que me habló con amor: “¿Ves? En lo natural, lo que empiezas necesita constancia y compañía. En lo espiritual también: no te apoyes solo en tus fuerzas, apóyate en mi poder”. Y entendí que esa verdad no solo aplicaba al ejercicio, sino a muchas áreas de mi vida.
Jesús también mostró ese momento en el que el alma se siente cargada. Dijo: “Ahora está turbada mi alma”. Sin embargo, agregó algo que marca el corazón: “Para esto he llegado”. No negó la carga, no minimizó el dolor, pero tampoco se salió del propósito. Eso es vivir en su poder. No es sentir fortaleza a cada segundo. Es seguir avanzando con obediencia, incluso cuando el camino duele o confunde.
Vivimos en su poder cuando rendimos lo que nos cuesta soltar. Jesús explicó que un grano solo da fruto cuando cae y muere. Es una imagen fuerte, pero profundamente verdadera. Hay cosas dentro de nosotros que deben morir para que la vida de Dios pueda multiplicarse. A veces es el orgullo. A veces es el control. A veces es esa forma vieja de reaccionar. Cuando eso muere, comienza el fruto.
El Espíritu Santo no es solo una emoción bonita en medio de la alabanza; es quien se queda contigo el lunes en la oficina, el martes en el tráfico y el miércoles en la cocina. Es memoria espiritual, consuelo, dirección y fuerza diaria. Él te recuerda lo que Jesús dijo cuando tu mente quiere rendirse, te levanta cuando ya no te queda ánimo y te impulsa a seguir caminando en el propósito, aunque no veas resultados todavía.
Aplicación del día
Antes de terminar estos cuatro días, toma un momento para decirle al Señor qué área de tu vida necesita su poder constante y no tu fuerza temporal. Entrégalo con sinceridad.
Oración
Padre, gracias por hablarme durante estos cuatro días. Hoy te entrego mis fuerzas, mis planes y mis maneras. Enséñame a vivir en tu poder y no en mi impulso. Espíritu Santo, recuérdame tu verdad cuando mi alma quiera apagarse. En el nombre de Jesús, amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Todos hemos pasado por momentos donde la oscuridad parece ganar terreno: cuando no ves salida, cuando tu fe se apaga, o cuando sientes que lo intentas todo y nada cambia. Pero déjame decirte algo: Dios nunca te creó para vivir en sombras. Él no quiere que sobrevivas con una chispa, quiere que ardas con Su luz. Este devocional de cuatro días es un viaje corto, pero profundo. Cada día es una lámpara encendida en el alma.
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Nos gustaría agradecer a LIGHT CHURCH por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/lightchurchcolombia?igsh=Nm9yY2NybGhwZ21w
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