Su presencia: Nuestro hogarMuestra

Su presencia quiere habitarnos

Dios no solo quiere caminar con nosotros, sino vivir en nosotros. Desde el principio, el deseo de nuestro creador fue habitar con su pueblo.

No fuimos creados solo para visitarlo, sino para que él sea nuestro hogar. Su presencia llenó el tabernáculo, luego el templo… pero en Jesús, ese anhelo tomó forma humana.

Cuando Cristo se ofreció como sacrificio perfecto, el velo del templo se rasgó de arriba abajo. Aquel acto no solo marcó el fin de los sacrificios de animales y de la distancia entre Dios y el hombre, sino el comienzo de una nueva realidad: acceso directo al Padre.

Ya no hay necesidad de sangre inocente ni de holocaustos, porque la sangre del Cordero fue suficiente una vez y para siempre.

Ahora, su presencia no está “afuera” esperándonos: habita en el corazón de quienes le reciben.

Jesús nos recuerda en Juan 14:23:

"El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.

Él no solo nos dio salvación, nos abrazó con su gracia inmerecida y desea habitar con nosotros para que vivamos una vida en abundancia y plenitud.

Pablo lo reafirma en Efesios 3:17-19: “Que Cristo habita por la fe en sus corazones; a fin de que, arraigados y cimentados en amor, sean plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, para que estén llenos de toda la plenitud de Dios”.

El amor de Cristo manifestado en la cruz, derramado en nuestros corazones por el Espíritu, es un amor que no se entiende racionalmente, sino que se experimenta, al vivir en comunión con él.

Y nos recuerda en 1 Corintios 3:16: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”.

Somos su templo vivo. Su presencia es y siempre será nuestro hogar.

Oración:

Señor, gracias porque no solo nos acompañas, nos eliges para habitar.

Gracias porque tu presencia es nuestro hogar. Llénanos de tu Espíritu. Ocupa cada rincón de nuestra vida y haz de nuestro corazón un lugar de descanso para ti.

Que tu presencia no sea una visita, sino una habitación permanente.

En el nombre poderoso de Jesús. Amén.