Su presencia: Nuestro hogarMuestra

Su presencia afirma y fructifica nuestra fe

Como una planta que no crece porque la observamos mientras sus raíces se afirman bajo tierra, así es la fe madura cuando permanece escondida en la presencia de Dios.

Afirmados en su presencia, nos ayuda resistir tentaciones, madurar y reflejar su carácter en todo lo que hacemos. Echamos raíces profundas cuando elegimos permanecer en él, aun en la espera donde nuestra fe parece débil o estancada. La realidad es que Dios está profundizando nuestras raíces; aunque no lo podamos ver, Dios está obrando.

La Palabra nos lo recuerda en Colosenses 2:6–7:

"Por lo tanto, de la misma manera que aceptaron a Cristo Jesús como su Señor, deben seguir sus pasos. Arraiganse profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud".

Su presencia nos afirma en lo invisible y nos enseña a vivir agradecidos, incluso cuando no entendemos que, a medida que maduramos en fe, el mismo se encarga de sostenernos y hacernos fructificar.

Jesús mismo lo enseñó con un ejemplo simple en Juan 15:5:

“Yo soy la vid, ustedes son las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada pueden hacer”.

El fruto no es resultado de intentar “hacer más”, sino de “estar con Él”.

Cuando permanecemos, cada fruto es evidencia de su presencia obrando a través de nuestra vida.

El apóstol Pablo resume esa transformación así en Gálatas 5:22–23:

“El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”.

Su presencia es el terreno fértil donde la fe se nutre, madura y produce fruto eterno.

Oración:

Señor, gracias porque tu presencia afirma y fructifica nuestra fe.

Haz que cada fruto que nazca de nosotros lleve tu sello y tu gloria.

Que nuestros pensamientos se redireccionen siempre a tu voluntad, la cual es buena, agradable y perfecta.

En el nombre poderoso de Jesús. Amén.