La promesa que lo cambia todo

Pero el Señor le dijo: «Ciertamente Yo estaré contigo, y derrotarás a Madián como a un solo hombre». (Jueces 6:16).

«Ciertamente yo estaré contigo». Siete palabras que cambiaron el destino de una nación. Siete palabras que transformaron a un agricultor asustado en un poderoso guerrero. Siete palabras que continúan teniendo el poder de cambiar vidas hoy.

Notemos que Dios no le dijo a Gedeón: "Tú puedes hacerlo." No le dio un discurso motivacional sobre su potencial oculto. No le prometió entrenamiento especial o recursos extraordinarios. Le dio algo infinitamente mejor: Su presencia.

Esta promesa divina tiene una historia rica en las Escrituras. Fue la misma garantía que Dios le dio a Moisés ante la zarza ardiente. Fue la promesa que sostuvo a Josué cuando enfrentó la tarea imposible de conquistar Canaán. Fue la seguridad que mantuvo a David cuando enfrentó a Goliat. Y es la misma promesa que Jesús hizo a Sus discípulos antes de ascender: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20).

Moisés entendió tan profundamente el valor de esta promesa que cuando Dios, en un momento de juicio, ofreció enviar al pueblo a la Tierra Prometida con un ángel pero sin Su presencia personal, Moisés se negó rotundamente. «Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas salir de aquí» (Éx 33:15). Moisés sabía que la Tierra Prometida sin la presencia de Dios sería peor que el desierto con Él.

¿Qué hace que la presencia de Dios sea tan transformadora? Primero, Su presencia garantiza Su poder. No vamos solos a la batalla; el Comandante del ejército celestial marcha con nosotros. Segundo, Su presencia asegura Su provisión. Él no nos envía sin equiparnos. Tercero, Su presencia confirma Su propósito. Si Él está con nosotros, estamos exactamente donde debemos estar.

Gedeón necesitó múltiples confirmaciones de esta promesa. El vellón mojado, el vellón seco, señal tras señal. Y Dios, en Su paciencia infinita, le dio cada confirmación que pidió. No porque Dios necesitara probar algo, sino porque entendía la fragilidad de la fe humana.

Tal vez, como Gedeón, has pedido señales. Has puesto "vellones" delante de Dios, buscando confirmación de Su presencia y Su voluntad. No te sientas mal por ello. Dios entiende nuestra necesidad de seguridad. Pero más que señales externas, Él ha dado la señal suprema: Cristo mismo, Emanuel, "Dios con nosotros."

La presencia de Dios no significa ausencia de problemas. Gedeón aún tuvo que enfrentar a 120,000 madianitas. Pero significaba que no enfrentaría nada solo. Cada gigante que enfrentamos, cada montaña que debemos escalar, cada valle que debemos atravesar, lo hacemos con Aquel que dijo: «Ciertamente yo estaré contigo».

Desafío para hoy

Toma un momento para meditar en la presencia de Dios en tu vida. Escribe tres situaciones específicas donde necesitas recordar que Él está contigo. Luego, declara en voz alta sobre cada situación: "El Señor está conmigo en esto. No estoy solo."

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Adelanto del día siguiente: Mañana concluiremos viendo cómo la historia de Gedeón apunta a una verdad aún mayor: el Guerrero Supremo que peleó y ganó nuestra batalla más importante.