Cuando tus dudas se encuentran con Su paciencia

Entonces Gedeón le respondió: «Ah, señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? ¿Y dónde están todas Sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: “¿No nos hizo el Señor subir de Egipto?”. Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas». (Jueces 6:13).

La respuesta de Gedeón al ángel fue brutalmente honesta. No fingió espiritualidad ni ocultó sus dudas. Simplemente abrió su corazón herido y dejó salir todas las preguntas que lo atormentaban: «Si Dios está con nosotros, ¿por qué estamos sufriendo? ¿Dónde están los milagros de los que hablaban nuestros padres? ¿Por qué parece que Dios nos abandonó?».

¿Te suenan familiares estas preguntas? Quizás las has hecho en la quietud de tu habitación, en la sala de espera del hospital, o mirando facturas que no puedes pagar. "Dios, si realmente estás conmigo, ¿por qué permites esto? ¿Dónde están tus promesas? ¿Por qué siento que me has abandonado?"

Lo extraordinario de este pasaje es la respuesta de Dios. Cualquiera esperaría una reprensión divina por tal incredulidad. Después de todo, cuando Job cuestionó a Dios, recibió 63 preguntas que lo pusieron en su lugar. Pero con Gedeón, Dios mostró una paciencia tierna. No lo regañó. No lo rechazó. En lugar de responder sus preguntas directamente, le dio algo mejor: una misión y una promesa.

Dios entiende nuestras luchas con la fe. Él sabe que somos polvo. Conoce nuestras limitaciones y comprende nuestras dudas. No se ofende cuando le llevamos nuestras preguntas honestas. De hecho, prefiere nuestra honestidad cruda a una religiosidad fingida.

Es importante notar que Gedeón culpaba a Dios por el abandono, pero la realidad era que Israel había abandonado a Dios primero. Habían seguido a otros dioses y las consecuencias naturales de su rebelión los habían alcanzado. Sin embargo, incluso en medio de su disciplina, Dios no los había abandonado completamente. Estaba trabajando para traerlos de vuelta.

Tal vez tus circunstancias actuales son consecuencia de decisiones pasadas, o quizás simplemente vives en un mundo caído donde suceden cosas difíciles. Sea cual sea la razón de tu sufrimiento, Dios no te ha abandonado. Él está presente, incluso cuando no puedes sentirlo. Está trabajando, incluso cuando no puedes verlo.

Hoy, Dios te invita a ser honesto con Él. Trae tus dudas, tus preguntas, tu enojo incluso. Él es lo suficientemente grande para manejarlos. Y en Su tiempo y a Su manera, Él te mostrará que nunca te ha dejado solo.

Preguntas de reflexión

1. ¿Qué preguntas difíciles has estado guardando en lugar de llevarlas a Dios?

2. ¿Cómo has visto la paciencia de Dios en tu propia vida cuando has dudado?

3. ¿Hay áreas donde necesitas reconocer tu propia responsabilidad en lugar de culpar a Dios?

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Adelanto del día siguiente: Mañana descubriremos cómo Dios transforma nuestra perspectiva, mostrándonos que nuestra debilidad no es un obstáculo para Sus planes, sino la plataforma perfecta para Su poder.