Tu debilidad... Su oportunidad

Y el Señor lo miró, y le dijo: «Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te he enviado Yo?».

«Ah Señor», le respondió Gedeón, «¿cómo libraré a Israel? Mi familia es la más pobre en Manasés, y yo el menor de la casa de mi padre». (Jueces 6:14-15).

«Ve con esta tu fuerza». ¡Qué palabras tan desconcertantes para Gedeón! ¿Qué fuerza? Él acababa de enumerar todas sus debilidades: familia pobre, el menor de la casa, sin influencia, sin recursos, sin experiencia militar. Desde cualquier perspectiva humana, Gedeón era la elección incorrecta para liderar una liberación nacional.

Pero aquí radica una de las verdades más hermosas del Reino de Dios: Él deliberadamente escoge a los débiles, a los poco probables, a los descalificados por los estándares del mundo. ¿Por qué? Porque cuando Dios usa vasijas débiles, no queda duda de quién merece la gloria.

Piensa en el patrón bíblico: Moisés, el tartamudo, se convirtió en el portavoz de Dios. David, el pastor joven, venció al gigante. Pedro, el pescador impulsivo, lideró la iglesia primitiva. María, una adolescente sin importancia social, dio a luz al Salvador del mundo. Una y otra vez, Dios demuestra que Su poder se perfecciona en la debilidad.

Gedeón veía su debilidad como descalificación; Dios la veía como cualificación perfecta. Gedeón no tenía nada que perder y todo que ganar. No tenía reputación que proteger ni recursos en los cuales confiar. Su única opción era depender completamente de Dios y eso era exactamente donde Dios lo quería.

La cultura moderna nos dice que necesitamos ser fuertes, capaces, autosuficientes. Pasamos nuestras vidas tratando de esconder nuestras debilidades, de proyectar una imagen, de tenerlo todo bajo control. Pero el Reino de Dios opera con principios diferentes. En el Reino, admitir nuestra debilidad no es derrota; es el primer paso hacia la victoria verdadera.

¿Cuáles son las debilidades que crees que te descalifican del servicio a Dios? ¿Tu pasado? ¿Tu falta de educación? ¿Tu personalidad? ¿Tus fracasos? Dios mira esas mismas debilidades y dice: "Perfecto. Ahora nadie dudará de que fui Yo quien obró a través de ti."

La fuerza que Dios vio en Gedeón no era fuerza humana. Era la fuerza de un hombre que, reconociendo su propia incapacidad, estaría dispuesto a depender completamente del poder divino. Era la fuerza de la humildad, de la disponibilidad, de la obediencia nacida de la desesperación santa.

Hoy, Dios te dice lo mismo que le dijo a Gedeón: «Ve con esta tu fuerza». No la fuerza que desearías tener, sino la que tienes ahora mismo, por pequeña que sea. Porque cuando esa poca fuerza se combina con el poder ilimitado de Dios, montañas se mueven, gigantes caen y naciones son liberadas.

Versículo para memorizar

«Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí» (2 Corintios 12:9).

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Adelanto del día siguiente: Mañana exploraremos la promesa más poderosa que Dios puede hacer: «Yo estaré contigo», y cómo esta promesa transforma completamente nuestra capacidad de enfrentar lo imposible.