¡Levanta Tu Mirada!Muestra

¡Hola querido lector! Hoy quiero iniciar esta seríe de reflexiones con una pregunta, que quizás la respuesta sea muy obvia para ti:

¿Tienes un celular? Seguramente sí. Hoy en día, casi todos llevamos uno en el bolsillo, sin importar la edad. Pero déjame hacerte otra pregunta: ¿tienes un automóvil, o al menos sabes conducir? Ahora, te invito a unir estos dos elementos: el celular y el automóvil.

¿Cuántos de nosotros hemos manipulado el celular mientras manejamos? Quizás digas: “solo cuando el semáforo está en rojo”, pero, ¿sabías que el uso del teléfono móvil al conducir sigue siendo una de las principales causas de accidentes en el mundo? A pesar de las leyes y las campañas de concientización, la distracción al volante continúa siendo un problema grave de seguridad pública.

Según el Ministerio de Transporte en Latinoamérica, miles de accidentes están relacionados con el uso del celular al conducir. En 2022, EE. UU. registró 3.308 muertes por distracciones, 368 por teléfonos móviles. En Colombia, en 2019, cada 12 minutos un conductor fue sancionado, sumando más de 25.000 comparendos por esta causa. Y aunque el número pueda parecer pequeño frente al total de víctimas en accidentes viales, cada una de esas muertes representa una tragedia evitable.

Un estudio reveló que las distracciones pueden clasificarse en tres tipos:

• Visuales, cuando apartamos la vista del camino.
• Manuales, cuando quitamos una o ambas manos del volante.
• Cognitivas, cuando nuestra mente se distrae y deja de concentrarse en la conducción.

Pero más allá del volante, ¿no sucede lo mismo en la vida espiritual? Muchas veces, Dios nos llama a mantener la mirada fija en Él, pero nosotros desviamos nuestra atención hacia las “notificaciones” del mundo: preocupaciones, comparaciones, redes sociales, trabajo, o incluso el miedo.

La Biblia nos enseña:

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).

Cuando apartamos la mirada de Cristo, nos distraemos del propósito. Es lo que le sucedió a Pedro cuando caminó sobre el agua: mientras miraba a Jesús, avanzaba; pero cuando se enfocó en el viento y las olas, comenzó a hundirse (Mateo 14:28-31). Así también nos pasa: mientras nuestra mirada está en Dios, avanzamos con seguridad, pero al distraernos, perdemos el rumbo.

La distracción espiritual puede ser tan peligrosa como la distracción al conducir. En ambos casos, el riesgo no siempre se nota de inmediato, pero las consecuencias pueden ser graves. Por eso, el Señor nos exhorta:

“Ten cuidado y guarda tu alma con diligencia” (Deuteronomio 4:9).

Hoy te invito a reflexionar: ¿Qué te está distrayendo del camino que Dios trazó para ti? Así como un conductor necesita concentración total para llegar a su destino, nosotros necesitamos mantener nuestra mirada fija en Jesús para no desviarnos.

No se trata solo de dejar el celular mientras conduces —aunque eso también salva vidas—, sino de levantar la mirada espiritual. Quizás has estado tan enfocado en las circunstancias, en las personas o en tus propias fuerzas, que has olvidado mirar hacia arriba.

Dios te llama hoy a reenfocar tu atención, a dejar de mirar lo que te distrae y mirar lo que te guía. Porque cuando levantas tu mirada hacia el Señor, encuentras dirección, propósito y seguridad en cada paso.

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1-2).

Así que, tanto en la carretera como en la vida, no manejes distraído. Levanta tu mirada, fija tus ojos en Dios y avanza con confianza hacia el destino que Él ha preparado para ti.

¡Nos leemos mañana!