¡Levanta Tu Mirada!Muestra

Mi vida está escondida en Cristo

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”
— Colosenses 3:2-3 (RVR1960).

Querido lector, la pregunta del día es: ¿En qué estás enfocando tu vida? ¿En lo eterno o en lo pasajero? Pablo, al escribir a la iglesia de Colosas, exhorta a los creyentes a levantar su mirada hacia las cosas de arriba, porque una vez que hemos muerto al viejo hombre y resucitado con Cristo, nuestra vida ya no nos pertenece. Ahora vivimos para Él.

Estar “escondidos con Cristo en Dios” significa vivir bajo Su cobertura y protección. Es reconocer que nuestra verdadera seguridad, identidad y propósito no dependen de lo terrenal, sino de lo celestial. Jesús nos enseñó a orar diciendo:

“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).

Buscar las cosas de arriba, entonces, es buscar la voluntad de Dios y vivir en obediencia a ella, permitiendo que Su propósito se cumpla en nuestra vida diaria.

Cuando ponemos nuestra mira en las cosas de arriba, entendemos que todo lo que somos y hacemos debe glorificar a Dios. Trabajamos, estudiamos, servimos o descansamos no para exaltarnos a nosotros mismos, sino para reflejar a Cristo en cada área de nuestra vida.

“Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán"
— Proverbios 16:3.

Debemos preguntarnos: ¿Por qué hago lo que hago? Si nuestras motivaciones se centran en ambiciones personales o en logros terrenales, estamos desenfocados. Dios nos llama a ver cada actividad como un medio para Su gloria, no como un fin en sí mismo.

La mejor vida cristiana proviene de una mente y un corazón enfocados en el cielo. No se trata de huir del mundo, sino de vivir en él con la perspectiva correcta. No todas las cosas terrenales son malas, pero pueden volverse dañinas si ocupan el lugar que le pertenece a Dios. Por eso, conocer y vivir Su voluntad requiere una relación íntima con Él y una vida basada en Su Palabra.

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”
— Salmo 32:8.

Dios no esconde Su voluntad. Él la revela a quienes sinceramente desean obedecerle. Para conocerla, necesitamos:

1. Comprometernos a obedecer Su Palabra:
   “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios” (Romanos 12:2).
2. Reconocer que Él tiene un plan perfecto:
   “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal” (Jeremías 29:11).
3. Depender de Su guía constante:
   Dios produce en nosotros tanto el querer como el hacer por Su buena voluntad (Filipenses 2:13).

Además, debemos recordar que una de las mayores necesidades del ser humano es saberse amado. Dios desea que tengamos plena certeza de Su amor. Jeremías 17:7-8 lo afirma:

“Bendito el hombre que confía en el Señor... será como árbol plantado junto al agua... que nunca deja de dar fruto".

Esta confianza nos permite permanecer firmes, sin temer los tiempos de sequía, porque nuestra vida está escondida y segura en Cristo.

Es triste ver cómo muchos dicen amar a Dios pero no obedecen Su Palabra. Sin embargo, el verdadero amor se demuestra en la obediencia. Cuando fijamos nuestros pensamientos en las cosas de arriba, dejamos de vivir para nosotros mismos y empezamos a vivir para Aquel que nos rescató.
Recuerda: tu vida está escondida en Él, protegida, guiada y sostenida por Su amor eterno.

¡Nos leemos mañana!