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EN EL DESIERTO

DÍA 2 DE 5

PROVISIÓN EN EL DESIERTO

Después de salir de Egipto, el pueblo de Israel se encontró con un nuevo desafío en el desierto. La libertad que tanto habían esperado trajo consigo pruebas de fe. Ya no estaban bajo la esclavitud, pero ahora enfrentaban escasez. Y en lugar de confiar en Dios, comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. (Éxodo 16:2-4)

¡Qué rápido olvidaron los milagros de la salida de Egipto! Pero aun así, Dios respondió con amor. Hizo llover pan del cielo, un alimento milagroso llamado maná (que significa ¿qué es esto?) Cuando el pueblo de Israel lo vio por primera vez, se preguntaron: “¿Qué es esto?” , por eso recibió ese nombre. Cada mañana, encontraba en el suelo esta provisión que sabía a hojuelas con miel. Él les dijo que tenían que recoger lo justo para cada día, aprendiendo a depender de Dios constantemente, confiando en Su fidelidad.

A veces, la provisión de Dios no llega de la forma que imaginamos; puede sorprendernos, confundirnos o incluso parecer insuficiente. Pero así como el maná caía cada mañana, Dios sigue proveyendo exactamente lo que necesitamos, aunque no siempre lo comprendamos. No tenemos que entender Su plan para disfrutar de Su cuidado; solo debemos agradecer, confiar y recibir con fe lo que Él pone delante de nosotros. Cada vez que preguntamos “¿qué es esto?” debe convertirse en un “gracias, Señor”, cuando recordamos que Su provisión siempre tiene propósito y amor.

Más adelante, Jesús se comparó a sí mismo con este maná, diciendo: “Yo soy el Pan de Vida” (Juan 6:35). Así como el pueblo necesitaba comer el pan del cielo, nosotros necesitamos a Cristo cada día para tener vida eterna.

Pero la provisión no se detuvo ahí. En otra ocasión, el pueblo tuvo sed y se quejó de nuevo. Dios le dijo a Moisés que golpeara la roca, y de ella brotó agua en abundancia (Éxodo 17:1–7). Años después, en Cades, la historia se repitió. Esta vez, Dios le ordenó a Moisés que hablara a la roca; pero él, molesto la golpeó dos veces. El agua salió, pero la desobediencia le costó la entrada a la Tierra Prometida (Números 20:1–13).

Incluso en medio de la rebeldía y el descontento del pueblo, Dios nunca dejó de proveer. Les dio todo lo que necesitaban. El pan y agua, fueron símbolos de su cuidado y amor constante. Dios no cambia. Así como cuidó de Israel en el desierto, también cuida de ti en medio de tus pruebas. Tal vez estás enfrentando “desiertos” de necesidad, cansancio o incertidumbre, pero puedes confiar en que Dios siempre proveerá lo que realmente necesitas. Puede que no llegue de la manera que esperas, pero llegará de la manera perfecta y en el momento exacto.

Oración:

“Señor, gracias porque eres mi proveedor fiel. Perdóname cuando me quejo o dudo de tu cuidado. Hoy decido confiar en que Tú suplirás cada necesidad en mi vida. Enséñame a depender de Ti día a día, como el pueblo dependía del maná, y a tener un corazón agradecido al recordar que en Ti encuentro el Pan de Vida y el Agua Viva. En el nombre de Jesús, amén.”

Para meditar:

Juan 6:35 (RVR1960) "35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás."

Mateo 6:33 (RVR1960)"33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."

Acerca de este Plan

EN EL DESIERTO

Un desierto es una región con muy poca lluvia, vegetación escasa y condiciones difíciles para sobrevivir. Cuando pensamos en él, lo primero que viene a nuestra mente es sequedad, calor extremo o frío intenso; un lugar donde parece que no hay vida. Sin embargo, en las manos de Dios los desiertos no son lugares de carencia; más bien, son espacios donde puedes encontrar dirección, propósito y una identidad renovada en El.

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Nos gustaría agradecer a Abiel Guajardo por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/abielachad.guajardo/#