Orgullosamente ciudadano del cielo

“Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra.”

Colosenses 3:2 (RVC)

Como cristianos, muchas veces sentimos que no encajamos en este mundo. ¿Te has dado cuenta? No es casualidad. Vivimos en un mundo que ha rechazado la verdad y ha abrazado la mentira, un mundo que constantemente intenta moldearnos a su imagen. Pero no fuimos creados para encajar, fuimos creados para reflejar a Cristo.

La Tierra no fue creada como nuestro destino final. Nuestra ciudadanía está en el cielo, y mientras estemos aquí, portamos ese cielo en la tierra. Somos representantes del Reino de los Cielos. La pregunta es: ¿Se nota? ¿Nuestros actos, nuestras palabras, nuestras decisiones… reflejan que somos hijos de Dios?

Jesús no dejó de predicar aunque muchos lo rechazaban. Él no se detuvo por la resistencia del mundo. Nos dio un llamado claro: ser discípulos y hacer discípulos. Eso significa que aún hay muchos que necesitan escuchar las buenas noticias. Que aún hay corazones esperando a ser transformados. Que aún hay familiares, amigos y personas a nuestro alrededor que necesitan conocer a Jesús.

Hace unos días, en un tiempo íntimo con Dios en mi cuarto, nació un anhelo profundo en mi corazón:

“Deseo que mi vida sea un estrado donde Jesús pueda hacer Su obra".

Un escenario donde Él pueda predicar, sanar, restaurar y transformar vidas.

Mi deseo era que la gente no me viera a mí, sino que al mirarme pudieran ver a Jesús. Que su enfoque no esté en Gadiel, sino en Cristo.

Y te comparto esto porque esa también es tu herencia como hijo de Dios.

No podemos vivir avergonzados de nuestra ciudadanía celestial. No se trata solo de salvarnos a nosotros mismos, sino de ser instrumentos para que Jesús sane a otros, libere a otros y transforme a otros a través de nuestras vidas.

Reflexión del día:

¿Se nota tu “acento celestial”? ¿Tu vida grita que perteneces al cielo?

Vivimos en una tierra con fecha de caducidad, pero el cielo es eterno.

Que nuestras vidas reflejen esa eternidad. Que nuestra vida sea un altar para Jesús.