No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
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Cada día Dios nos ofrece la libertad para reír sin temor al futuro, caminar, aun con nuestros temores, y alcanzar aquello que ha destinado para nosotros. En el nombre de Jesús, amén.
En el fútbol, hay tres principios que impulsan el juego: hay que concentrarse en lo básico, mantener la vista en el balón y no olvidar que es algo más que solo un deporte. En Filipenses 3, el apóstol Pablo quiere que entremos en el marco mental de Jesús para que podamos jugar en el campo como él. ¿Qué había en la mente de Jesús? ¿Podemos obtener los mismos resultados?
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Los atletas tienen una meta que cumplir, y debido a que la vida de un atleta se asemeja al caminar del creyente, también nosotros tenemos una meta propia. ¿Sabes cuál es tu meta? En este plan de la serie FIT descubrirás cuál es la meta que Dios ha trazado para ti y cómo poder cumplirla involucrando cada área de tu vida.
Explorar la fortaleza que Jesús proporciona nos sumerge en las raíces mismas de la fe cristiana. La fortaleza, como virtud esencial, encuentra su fundamento en las enseñanzas y el ejemplo viviente que Jesucristo enseñó durante su ministerio. A través de un análisis basado en las Sagradas Escrituras y la doctrina, indagaremos en la esencia de la fortaleza desentrañando cómo esta cualidad vigorizante robustece el camino espiritual.
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