Jonás: Un pez grande, un Dios más grandeMuestra

Acude a los Salmos

A menos que seas un erudito del Antiguo Testamento, probablemente no sabías que Jonás citó tanta Escritura. Mientras estaba dentro de un gran pez, Jonás oró: “Me echaste a las profundidades del mar, y las corrientes me rodearon; ¡todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí! Entonces dije: “Me has desechado delante de tus ojos, pero todavía he de ver tu santo templo”. Las aguas me rodearon hasta el cuello, y el abismo me envolvió. ¡Las algas se enredaron en mi cabeza! Bajé hasta los cimientos de los montes; la tierra echó para siempre sus cerrojos sobre mí; pero tú, mi Señor y Dios, rescataste mi vida del sepulcro. Cuando dentro de mí desfallecía mi alma, me acordé de ti, Señor, Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo” (Jonás 2:3-7 RVC).

Casi cada línea de esa oración es un fragmento de los Salmos —Salmos 30, 42, 5, 103, 18 y 107— prueba de que cuando estás en un lugar oscuro (si, el juego de palabras fue intencional), es bueno conocer tu Biblia. Cuando la vida se pone difícil, no hay mejor lugar al que acudir que los Salmos.

A algunos cristianos les encanta comenzar el día con un capítulo de Proverbios, ya que está lleno de sabiduría para prepararte para el día. Te sugiero que termines tu día con un capítulo de los Salmos, un libro lleno del Dios que salva, que es nuestro refugio, que escucha nuestras oraciones y que nos anima, brindándonos paz sin importar lo que haya sucedido durante nuestro día. Sé como Jonás hoy y pasa algún tiempo con las palabras salvadoras de los Salmos.