DÍA 3: Obediencia

A lo largo de estos días hemos conocido a un Dios soberano, suficiente y digno de confianza, y hemos aprendido a orar, esperar y confiar en Él, incluso cuando las respuestas no llegan como queremos. Ahora, seguimos creciendo y avanzamos hacia un paso muy importante: la obediencia.

La obediencia no es precisamente un aspecto natural del ser humano; pero, conforme pasa el tiempo, nuestra fe y amor por Dios crecen tanto que nuestros actos se alinean con la obediencia a su palabra, eso implica someter constantemente nuestra voluntad, someter los detalles más mínimos de nuestra vida y poco a poco seremos obedientes como una manera de vivir.

No hay que tener miedo de hacer su voluntad, hay que tener temor de no hacerla. Sufrir o incomodarse por obediencia es mejor que sufrir por desobediencia.

Aunque en nuestra cultura a veces celebramos el ingenio para evitar reglas o buscar atajos, para Dios, nosotros estamos llamados a vivir de otra manera: con integridad, obediencia y amor. Dios no contradice su Palabra ni excusa el pecado. Él es lleno de gracia, y nos llama a obedecer no por imposición, sino porque nos ama y sabe lo que es verdaderamente bueno. Nuestra obediencia no nace del miedo, sino del amor que crece y se perfecciona en Él.

Hoy, te animo a elegir obedecer a Dios en algo específico de tu vida, por pequeño que sea.(recuerda que a veces ser obedientes es una elección y no un sentimiento).

Hoy, Dios puede revelarnos en qué punto específico debemos tomar una decisión de obediencia, (en una acción que debemos hacer, dejar atrás un hábito, confesar un pecado, etc.).

Da el paso confiando en que Dios te guía. La obediencia radical es el camino para crecer y ver su poder en acción. Es renunciar a nuestro propio control para vivir plenamente en Su voluntad. En resumen, es un acto de amor por nuestro Dios y es un acto de CONFIANZA al que es Digno de ella.