Día 2: Ora, espera, confía…

Ayer hablamos de quién es Dios: un Dios soberano, suficiente y absoluto, que siempre está con nosotros. Ahora que conocemos a este Dios tan grande y amoroso, ¿Cómo podemos vivir confiando en Él día a día?

Seguro has escuchado la frase: “Ora, espera, confía…” y tiene mucha verdad, porque en la vida esperamos que Dios actúe. Pero la realidad es que Dios no siempre responde como nosotros pensamos o queremos, aunque siempre responde a lo que realmente necesitamos.

Entre cada una de estas palabras —orar, esperar y confiar— aprendemos que Dios puede actuar en medio de las dificultades de la manera que Él sabe que es mejor.

No siempre podremos entender a Dios con nuestra lógica humana, pero lo que si podemos hacer es CONFIAR, en que es totalmente digno de esa confianza.

Cuando entendemos y respetamos su soberanía, y la miramos con asombro, amor y confianza, las pruebas y dificultades ya no se sienten igual, aunque sigan presentes.

Jesús mismo nos advirtió que en este mundo tendremos problemas, y si Él lo dijo, es porque es verdad. En esos momentos, podemos sentir ganas de reclamarle a Dios por lo que creemos que merecemos, pero no debemos olvidar algo muy importante: Jesús fue el primero en renunciar a sus propios derechos por amor a ti y a mí.

Jesús no nos deja solos en dificultad. Él va con nosotros, porque su nombre es Emmanuel, ‘Dios con nosotros’.

Su forma de actuar es perfecta, aunque no siempre la entendamos. Por eso confíale a Él tu proceso, tus oraciones, tus anhelos. Él es digno. Digno Dios.

La Biblia nos dice en 1 Tesalonicenses 5:16-17 que oremos sin cesar y que estemos alegres siempre. Esa alegría nace porque conocemos a un Dios bueno, que tiene planes hermosos para ti y que siempre está atento a ti.

Créele a Él. Sin fe es imposible agradar a Dios. Por eso, ora, espera y confía...