El amor que transformaMuestra

La fe que vence lo imposible

Hoy es un buen momento para preguntarnos: ¿Cómo podemos vencer al mundo? ¿Cómo podemos seguir adelante, momento a momento, día tras día, viviendo una vida que es absolutamente contraria a las creencias, prácticas y normas del mundo, basada en objetivos totalmente diferentes y evaluaciones totalmente distintas? ¿Cómo podemos permanecer firmes en medio de todo esto, y no solo nosotros, sino cómo atraemos a otros hacia la causa del reino de Dios?

La respuesta que Juan nos da a estas preguntas es clara y poderosa: nuestra fe. No una fe genérica, sino una fe viva, arraigada en la persona gloriosa de Cristo. Esta fe es la victoria que vence al mundo.

Una vez escuché la historia de un capitán de barco que describía cómo era atravesar una tormenta en alta mar. Contaba cómo el barco era sacudido por olas gigantes, azotado por vientos violentos y envuelto por una lluvia implacable. A simple vista, parecía una víctima indefensa, a merced de la furia del clima. Su destino parecía incierto, quizás incluso sellado.

Pero el capitán dijo: “Estaba allí, de pie en el puente de mando, aferrado a una baranda, y podía sentir el latido de los motores en lo profundo del casco. Mientras la tormenta rugía, las olas y el viento parecían gritarle al barco: No puedes avanzar, no puedes avanzar. Pero allí, desde el interior, escuché la respuesta firme del motor, palpitando con constancia: Sí, lo haremos. Sí, lo haremos. Sí, lo haremos.

Así es exactamente como vence el creyente. Aunque todo en el mundo grite que no podemos avanzar, la fe responde desde lo profundo: Sí, seguiremos; sí, confiaremos; sí, venceremos. No por fuerza propia, sino porque la vida de Cristo late dentro de nosotros. Cada latido del alma regenerada responde a las voces del mundo con una certeza firme: Cristo ya venció, y en él yo también.

Si cedemos, si reflejamos la misma actitud y las mismas acciones que el mundo, nos estaríamos rindiendo ante él. Pero si dependemos totalmente del poder de Dios y depositamos nuestra confianza en él, la victoria está asegurada, porque todo el que ha nacido de nuevo vence al mundo. No es una posibilidad: es una promesa.

Oración

Señor, cuando los vientos de la vida soplan con fuerza y las olas parecen querer hundirme, recuérdame que tu Espíritu Santo late dentro de mí como un motor firme e imparable. Aunque todo a mi alrededor grite que no puedo avanzar, hazme escuchar tu voz que me dice: Sí, lo harás. Dame la fuerza para permanecer firme, la fe para confiar en tu guía y el valor para seguir adelante, sabiendo que tú estás en control del timón.

En el nombre de Jesús.
Amén.

Gracias por terminar este plan. Has recorrido un camino que no solo habló de amor, sino que te invitó a vivirlo: el amor que proviene de Dios, que nos transforma y nos impulsa a amar como él nos amó. Oro para que esta semana haya encendido en ti un deseo más profundo de permanecer en aquel que es el perfecto amor. Que su presencia constante te recuerde que no estás solo, y que su Espíritu Santo te capacite para reflejar a Cristo incluso en los días difíciles. ¡Amén!