Reimaginar La Valentía a Través De La Vida De EstebanMuestra

Decir la Verdad Ante la Muerte

El poderoso mensaje de Esteban alcanzó su clímax en un momento de confrontación cruda e inquebrantable. Podría haber terminado su discurso con una conclusión más suave, quizás centrada en la misericordia de Dios o un llamado a la unidad. En cambio, pronunció la verdad más dura de todas: Habían rechazado y asesinado al mismo Mesías que Dios había enviado para salvarlos.

La respuesta fue instantánea y violenta. Los miembros del Sanedrín estaban furiosos y rechinaban los dientes contra él. La ira se apoderó de la razón. Pero Esteban, aún lleno del Espíritu Santo, alzó la vista al cielo. Allí, en un momento sobrecogedor de confirmación divina, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a su diestra. Las Escrituras suelen describir a Jesús como sentado a la diestra de Dios, simbolizando su obra terminada. Pero aquí, Jesús está de pie como si se levantara para dar la bienvenida a casa a su fiel testigo.

Esteban dice: «Veo el cielo abierto y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios». Esa declaración fue demasiado para la multitud. Se taparon los oídos, se abalanzaron sobre él, lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Sin embargo, incluso mientras la vida de Esteban se desvanecía, su corazón seguía anclado en Cristo. Oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu», y, sorprendentemente, "Señor, no les tomes en cuenta este pecado." (Hechos 7:59, NIV)

Los últimos momentos de Esteban son una lección magistral de valentía evangélica. No se acobardó. No tergiversó la verdad para hacerla más digerible. No eligió la comodidad ni la seguridad. Eligió la fidelidad. Habló con la verdad clara, inflexible y llena del Espíritu, sabiendo perfectamente que le costaría la vida.

Ese tipo de valentía no proviene de la personalidad ni del temperamento. Proviene de estar tan profundamente arraigado en la verdad de Dios que ninguna amenaza puede desalojarte. Esteban no estaba parado sobre arena movediza; estaba parado sobre un cimiento que ni siquiera la muerte podía sacudir. Y al alzar la vista, vio a Aquel que había vencido a la muerte de pie para recibirlo.

Te enfrentarás a momentos en los que decir la verdad te costará algo: una relación, una reputación, un sentido de pertenencia. La pregunta es: ¿lo dirás de todos modos? ¿Te mantendrás firme en tus convicciones cuando ceder parezca más fácil?

La historia de Esteban nos invita a anclar nuestras vidas tan profundamente en Jesús que podamos enfrentar cualquier cosa; oposición, acusación, incluso una pérdida con valentía y gracia. Cuando sabemos a quién pertenecemos, podemos hablar con valentía. Y cuando sabemos dónde está realmente nuestro hogar, podemos perdonar incluso cuando las piedras caen.

Preguntas de Reflexión:

1. ¿Qué verdades acerca de Jesús o del evangelio te resultan más difíciles de decir, especialmente cuando podrían crear conflicto?
2. ¿Qué tendría que ser verdad en tu corazón para que pudieras responder a la persecución o a la crítica con perdón como Esteban?

Oración:
Señor, dame la valentía de Esteban para decir la verdad, incluso cuando me cueste algo. Ayúdame a verte con claridad en momentos de conflicto y que tu presencia me dé paz. Que mis palabras sean valientes y llenas de gracia. Enséñame a perdonar, incluso en los momentos más difíciles. En el nombre de Jesús. Amén.