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El Olam

El Olam significa “Dios Eterno” o “Dios de la eternidad”. La palabra Olam en hebreo transmite la idea de algo que no tiene principio ni fin, que trasciende el tiempo y las generaciones. Abraham invocó este nombre al plantar un tamarisco en Beerseba (Génesis 21:33), reconociendo que el Dios que le había guiado y bendecido no estaba limitado por las estaciones de la vida ni por los cambios de la historia.

El Olam es el mismo ayer, hoy y siempre. Su eternidad no es solo una verdad teológica, sino una fuente de esperanza: lo que Él ha prometido no caduca, y Su amor no se agota.

Meditar en El Olam —el Dios Eterno— es como levantar la mirada por encima de las olas de nuestras circunstancias y ver un horizonte que no tiene fin. Abraham invocó este nombre después de experimentar la fidelidad de Dios en su pacto, reconociendo que el Señor no está limitado por el tiempo ni por las estaciones de la vida.

En nuestra experiencia humana, todo tiene un inicio y un final: los días, las etapas, las relaciones, incluso nuestras fuerzas. Pero El Olam nos recuerda que hay Uno que no cambia, no envejece, no se agota y no se ve sorprendido por nada. Él es el mismo antes de la creación, en este momento y por toda la eternidad.

Esta verdad transforma nuestra manera de vivir:

• Nos da seguridad: si Dios es eterno, Su amor y Sus promesas también lo son. No hay riesgo de que caduquen o pierdan vigencia.
• Nos da perspectiva: lo que hoy parece una montaña insuperable, en la luz de la eternidad es solo una parte del camino.
• Nos da propósito: nuestras decisiones y acciones pueden tener un impacto eterno cuando se alinean con Su voluntad.

Vivir a la luz de El Olam significa aprender a invertir en lo que permanece: nuestra relación con Él, el servicio a los demás, la proclamación de Su verdad. Significa no aferrarnos a lo temporal como si fuera definitivo, y no desesperarnos por lo que se acaba, porque nuestro Dios es el Dios de los siglos y de las generaciones.

Cuando recordamos que El Olam sostiene la historia, podemos descansar en que también sostiene nuestra historia personal. Él no está apurado ni atrasado; Su tiempo es perfecto. Y aunque no siempre entendamos Su calendario, podemos confiar en que Su eternidad abraza cada segundo de nuestra vida.

1. ¿Cómo cambia tu manera de enfrentar los problemas al recordar que Dios es eterno?
2. ¿Qué decisiones puedes tomar hoy con una perspectiva de eternidad?
3. ¿Cómo puedes transmitir a otros la esperanza que da El Olam?

Y tú, ¿reconoces que Dios es el mismo de ayer, hoy y siempre?