Casa De Oración Puerta Del CieloMuestra

No la hagas una Cueva de Ladrones

Jesús entra al templo y encuentra un mercado: cambistas, vendedores de animales, ruido y corrupción. Con autoridad, vuelca las mesas y expulsa a los comerciantes, citando (Isaías 56:7). Mi casa será llamada casa de oración, y (Jeremías 7:11), pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Este acto no fue solo físico, sino profético: una purificación del culto y una denuncia de la hipocresía religiosa.

Se nos dice que los discípulos recordaron (Salmo 69:9) "El celo por tu casa me consume". Jesús no solo estaba limpiando un edificio: estaba reclamando el propósito original del templo como lugar de adoración pura.

Reflexión:
Jesús sigue entrando a templos hoy… y también a corazones. ¿Qué encontraría si entrara al tuyo? ¿Hay ruido, comercio, intereses personales, apariencias? Él no busca religiosidad vacía, sino comunión verdadera. Su celo por la casa de Su Padre es también celo por ti. Deja que hoy Él limpie tu interior. No temas Su corrección: es amor que restaura. Que tu vida no sea un mercado, sino un altar. Que tu oración no sea transacción, sino adoración.

Jesús sigue limpiando templos hoy. Y ese templo eres tú.

A veces, sin darnos cuenta, permitimos que el ruido del mundo, el comercio del alma, las distracciones y la religiosidad vacía ocupen el lugar que le pertenece a Dios. El templo se llena de cosas “permitidas” pero no santas. Y Jesús, con amor firme, entra para volcar mesas, derribar estructuras y restaurar el altar.

¿Qué hay en tu templo que necesita ser expulsado?

• ¿Vicios que te atan a lo mundano? ¿Tentaciones y pecados?
• ¿Un antiguo yo, una antigua manera de vivir, un pasado?
• ¿Relaciones que contaminan tu santuario interior?

Jesús no limpia con violencia, sino con autoridad. Su celo no es ira descontrolada, sino amor apasionado por lo sagrado. Él no quiere solo visitarte: quiere restaurar el propósito original de tu vida como casa de oración.

Desafío para hoy:

· Examina tu interior: ¿Hay mesas que deben ser volcadas?

· Pídele al Espíritu Santo que te muestre lo que contamina tu adoración.

· Restaura el altar: vuelve a la oración sincera, al ayuno, a la Palabra viva.

· Haz espacio para que Jesús reine, no solo entre.

Oración:

Señor Jesús, entra en mi vida como lo hiciste en el templo y limpia todo lo que no viene de Ti. Vuelca las mesas de la religiosidad, del orgullo y del egoísmo. Haz de mi corazón un lugar donde solo Tu presencia permanezca. Purifícame con Tu celo y enciende en mí el verdadero fuego de adoración. Hoy te entrego el altar de mi interior: hazlo casa de oración. Amén.