La Felicidad Que No Se AcabaMuestra

Día 3 – Jesús, el único que sacia
Todos buscamos saciar nuestra hambre y nuestra sed interior. No hablamos de necesidades físicas, sino espirituales: el deseo de propósito, significado, identidad y seguridad. Desde pequeños nos enseñan a buscar estas cosas en lo que hacemos, en lo que tenemos o en lo que otros dicen de nosotros. Sin embargo, tarde o temprano, cada logro y cada reconocimiento se quedan cortos. Lo que hoy parece suficiente mañana deja de serlo, y el corazón vuelve a clamar por más.
Jesús entendía esta dinámica y por eso usó imágenes tan simples y profundas: hambre y sed. En Juan 6:35 declaró que solo Él puede saciar la necesidad más profunda de nuestra alma. Jesús no ofrece una fórmula mágica ni una religión de reglas. Se ofrece a sí mismo como alimento que nutre y como agua que calma la sed eterna. Cuando lo recibimos, descubrimos que la verdadera plenitud no está en lo que obtenemos, sino en quien tenemos: a Cristo mismo.
El salmista lo expresó con claridad: “me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha” (Salmo 16:11 NVI). Notemos que la fuente de gozo no está en la ausencia de problemas, sino en la presencia de Dios. El gozo y la plenitud no son una consecuencia de nuestras circunstancias externas, sino de la relación con el Señor que está con nosotros en cada temporada.
El apóstol Pablo también nos da un ejemplo poderoso en Filipenses 4:11–13. A pesar de vivir tanto momentos de abundancia como de necesidad, él había aprendido el secreto del contentamiento: Cristo era suficiente en cualquier situación. Esta es una lección contracultural, porque el mundo nos repite que “más” siempre es la respuesta: más dinero, más logros, más experiencias. Pero el evangelio nos recuerda que más de Jesús es lo único que realmente sacia.
Practicar esta verdad requiere una decisión diaria. Significa reconocer y resistir la mentira de que un nuevo logro, una nueva relación o un nuevo reconocimiento traerá la felicidad definitiva. Se trata de volver una y otra vez a la fuente, a la presencia de Cristo, confiando en que solo Él es capaz de llenar el vacío.
Esto no implica que dejemos de trabajar, soñar o disfrutar lo que Dios nos da, sino que aprendemos a hacerlo con la conciencia de que esas cosas no son el fin último. Los dones de Dios son buenos, pero no deben convertirse en ídolos. La verdadera felicidad no está en lo que Dios nos da, sino en Dios mismo.
Hoy puedes acercarte a Jesús con tu hambre y tu sed. No necesitas disimularlas ni intentar llenarlas por tu cuenta. Él ya sabe de qué careces y quiere recordarte que su gracia es suficiente. Al hacerlo, experimentarás un descanso profundo y descubrirás que en Cristo lo tienes todo.
Preguntas de reflexión
- ¿Dónde has estado buscando saciar tu hambre y tu sed interior?
- ¿Cómo puedes practicar el contentamiento en Cristo en medio de tus circunstancias actuales?
- ¿Qué ídolo o “cisterna rota” necesitas soltar hoy para beber del agua viva que ofrece Jesús?
Acerca de este Plan

Todos buscamos felicidad, pero el mundo nos ofrece fuentes que siempre se secan: logros, relaciones, placeres. Jesús, en cambio, promete saciar nuestra sed más profunda. Este devocional de 5 días te invita a descubrir que la verdadera felicidad no es temporal ni superficial, sino una plenitud que solo se encuentra en Cristo. Él es el gozo eterno que tu alma necesita.
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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com
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