La Felicidad Que No Se AcabaMuestra

Día 2 – El vacío del corazón humano
El corazón humano tiene una necesidad insaciable: busca llenarse. Todos nacemos con un vacío que nos impulsa a desear, soñar y perseguir aquello que creemos que nos dará sentido. Lo interesante es que este vacío no es un accidente. Dios lo puso allí para que lo busquemos a Él. Sin embargo, la historia de la humanidad —y probablemente también la tuya— muestra que intentamos llenarlo con todo menos con Dios.
Salomón, el hombre más sabio de su tiempo, es el ejemplo más claro de esta búsqueda equivocada. Tuvo riquezas, poder, placeres, conocimiento y fama. Nada le faltaba, pero al final de su vida confesó: “Luego observé todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas. Vi que todo era vanidad, un correr tras el viento, y que no había provecho bajo el sol.” (Eclesiastés 2:11 NVI). Lo que parecía dar felicidad era en realidad humo que se desvanecía en sus manos. Su testimonio sigue vigente hoy. No importa cuánto acumulemos, nunca será suficiente para calmar el hambre del alma.
Jeremías lo expresó con una imagen poderosa: “«Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (Jeremías 2:13 NVI). Eso es lo que hacemos cuando intentamos encontrar plenitud en relaciones, logros, dinero o experiencias. Al principio parece refrescante, pero pronto nos damos cuenta de que esa agua se escapa. El resultado es frustración, cansancio y sed aún más profunda.
Jesús confrontó esta realidad cuando se encontró con la mujer samaritana junto al pozo. Ella había tenido cinco maridos y el que ahora tenía no era su esposo. Había intentado llenar su vacío en el amor humano, pero su alma seguía sedienta. Entonces Jesús le dijo: “—Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed—respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” (Juan 4:13-14 NVI). Jesús le ofreció una solución radical: no más cisternas rotas, sino una fuente inagotable que brota para vida eterna.
Ese mismo ofrecimiento sigue vigente para nosotros. El vacío del corazón no es algo que debamos negar o ignorar; es una señal que apunta hacia Cristo. “De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.” (Juan 7:38 NVI). Él es la única fuente capaz de saciar. El agua que el mundo da siempre se acaba: la emoción de una compra nueva, la euforia de un logro, la adrenalina de un placer. Todo eso caduca. Pero el agua que da Jesús permanece y se convierte en una fuente que brota desde dentro.
Reconocer esto nos invita a evaluar honestamente nuestra vida. ¿Cuáles son las cisternas rotas que hemos estado cavando? ¿Qué cosas buscamos una y otra vez aunque sabemos que no llenan? El llamado de Jesús es claro: deja el pozo de este mundo y ven a beber del agua viva. Esto significa confiar en que solo Él puede saciar nuestra alma, rendirle nuestros deseos y permitir que su Espíritu Santo nos llene cada día.
El vacío en ti no es un error; es una invitación. Es la manera en que Dios nos recuerda que fuimos creados para algo más que esta vida. Y ese “algo más” tiene nombre: Jesús. Cuando venimos a Él, descubrimos que ya no necesitamos mendigar migajas de felicidad pasajera, porque hemos encontrado la fuente eterna.
Para reflexionar hoy:
- ¿Cuáles son las “cisternas rotas” en las que he estado buscando saciar mi vida, aun sabiendo que no llenan mi vacío?
- ¿Qué significa para mí beber del agua viva que ofrece Jesús cada día?
- ¿Cómo puedo rendirle a Cristo mis deseos y dejar que su Espíritu Santo me llene en lugar de seguir persiguiendo fuentes vacías?
Acerca de este Plan

Todos buscamos felicidad, pero el mundo nos ofrece fuentes que siempre se secan: logros, relaciones, placeres. Jesús, en cambio, promete saciar nuestra sed más profunda. Este devocional de 5 días te invita a descubrir que la verdadera felicidad no es temporal ni superficial, sino una plenitud que solo se encuentra en Cristo. Él es el gozo eterno que tu alma necesita.
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Nos gustaría agradecer a Felipe Echeverri por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.martepodcast.com
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