¿Realmente Entiendo Mi Relación Con Dios?Muestra

Día 3 – Condenó al pecado a la carne

En este último día de nuestro plan quiero invitarte a ordenar en tu mente todo lo que sabes de Cristo. No importa si es mucho o poco; algunos pueden recitar la genealogía de José, el padre de Jesús, y otros simplemente saben que son salvos por la sangre de Cristo. Todo eso que guardás en tu corazón es lo que marcará tu vida, porque mientras más conozcas la Palabra, más conocerás a Dios (Colosenses 1:10). Y entre más lo conozcas, más verdad habitará en ti.

La verdad es dura: estábamos condenados. Hijos de Adán fuimos, y esa herencia de pecado nos acompañaba desde el inicio (Efesios 2:3). El mundo intenta ocultar esta verdad (2 Corintios 4:4) y el enemigo solo busca robar y destruir. Pero en medio de todo, Dios nos dio una elección: pelear en nombre de la verdad.

Como hijos coronados por Él, ahora somos rebeldes del mundo (Romanos 12:2), odiados por el enemigo (Juan 15:18-19) y sentenciados por la carne (Romanos 8:7-8). Escuchá esto, porque es poderoso: Dios, creador de todo, estableció justicia y amor por igual. Y esa condenación no recayó sobre nuestro espíritu , que clama por su presencia, sino sobre nuestra carne. Para que, cuando caminemos en el Espíritu, la sentencia que firmó Adán no se cumpla en nosotros, sino en lo que ya murió con Cristo.

Pero ojo: como mala hierba, los deseos de la carne siguen creciendo. Engañan al agricultor inexperto y, si no se arrancan a tiempo, terminan arruinando todo el cultivo. Así el enemigo busca ahogar la semilla que Dios sembró en nosotros.

Aprende de Dios: todo lo que sabes siempre será poco. Nunca dejes de tener hambre por la Palabra. Hasta el último día de vida en esta tierra, aprende, corrígete a ti mismo y corrige a otros. Que cuando llores por angustia, te hundas en enojo o te regocijes en alegría, sea el olvido de la carne viviente para que tu vista se fije en el Altísimo y el aroma de victoria plante temor en aquel que alguna vez nos quiso muertos.

Oración guiada

Señor, gracias porque ya no vivo condenado. Gracias porque en Cristo mi carne fue vencida y ahora puedo caminar en Tu Espíritu. Ayúdame a mantener la mirada en Ti y a vivir cada día como un hijo coronado por tu amor.

Aplicación del día

Hoy escribe un área de tu vida en la que todavía luchas con los deseos de la carne. Preséntala en oración, y pídele al Espíritu Santo que te guíe a caminar en victoria sobre esa área.

Llamado a la acción

Señor, gracias por hablarnos por medio de tu Palabra en estos días. Te agradezco porque me llamas tu hijo amado. Que tu Espíritu me guíe y me incomode para que lo aprendido no se quede solo en mi corazón, sino que se extienda en forma de amor a quienes te buscan. Bendice tu obra en mí y permite que mi vida refleje la presencia de tu Espíritu. En el nombre de Jesús oro, amén.

Soy José Milián, y ha sido un privilegio acompañarte en este recorrido de tres días.

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