Guía Práctica Para Orar Con PasiónMuestra

BUSCAR A DIOS CADA DÍA

Reflexión:

El secreto para mantener vivo tu amor por Cristo no es un misterio oculto ni una revelación celestial reservada a unos pocos. Es, más bien, una práctica sencilla pero poderosa: buscarlo cada día. No una vez por semana. No solo cuando estás en crisis. No únicamente en medio del culto. Sino cada día, en lo oculto, en lo personal, en lo íntimo.

He conocido a personas que se han encontrado con Jesús de forma radical. Se han quebrado en el altar, han sido tocadas por el fuego del Espíritu Santo, han llorado como nunca. Y semanas después… ya no estaban. Su pasión se diluyó. Su fuego se apagó. ¿Por qué?

Porque la emoción no sostiene una vida. La disciplina sí.

Como escribió Henri Nouwen: “Una vida espiritual sin disciplina es imposible.” No es suficiente amar a Jesús una vez. Hay que elegir amarlo todos los días. Hay que presentarse delante de Él aún cuando el corazón no sienta, aún cuando la mente esté cansada, aún cuando la agenda esté llena. Porque la oración no es solo el lugar donde obtenemos respuestas: es el lugar donde recordamos quiénes somos y a quién pertenecemos.

Jesús mismo nos advirtió: “el amor de muchos se enfriará.” Y no hablaba del mundo. Hablaba de su iglesia. Hablaba de nosotros. El amor se enfría cuando no se alimenta. La pasión se apaga cuando no se protege. Y la fe se debilita cuando no se practica.

Por eso, orar es más que hablar. Es construir. Es una disciplina que, cuando se repite día tras día, sin excusas ni postergaciones, se transforma en devoción.

No siempre sentirás la presencia de Dios. No siempre recibirás una palabra específica. Pero si perseveras, te harás más sensible a Su voz. Y esa voz –pequeña, suave, constante– será la que te sostenga en las tormentas, en las decisiones y en las temporadas parece que nada sucede.

En los siguientes días descubriremos de manera práctica, cómo crear una disciplina saludable de oración. Prepara tu corazón.